Diario de León

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En la Cordillera Cantábrica y su entorno existen actualmente 433 complejos eólicos (8 410 aerogeneradores). A ellos quieren sumar otros 380 proyectos que están en tramitación, con 3.986 turbinas de nueva generación, con mayor impacto sobre la biodiversidad y el paisaje por su gran tamaño. Todas ellas necesitarán además de grandes infraestructuras asociadas, como líneas eléctricas y pistas de acceso que reventarán el paisaje y acabarán con los ecosistemas.

La falta de ordenación territorial se traduce en que la mayoría de los aerogeneradores activos y en proyecto (51%) se sitúan a menos de dos kilómetros de Reservas de la Biosfera o espacios Red Natura 2000; un 23% se encuentran en el interior de las Reservas de la Biosfera y un 15% dentro de esos espacios Red Natura 2000. Según el mapa de sensiblilidad ambiental del Miterd, un 30% de los aerogeneradores están situados o se proyectan en zonas de sensibilidad máxima, y un 17% en sensibilidad alta o muy alta.

Hasta aquí, los datos.

No por dicho está de más recordarlo, sobre todo para que todos los presidentes de juntas vecinales de la provincia sepan que las promesas no son más que cantos de sirena, que las empresas sólo buscan beneficiarse de la energía y dejar León como un estercolero.

No están los tiempos para ser inocentes. Ya pasó en otra ocasión y los listos de entonces prometieron puestos de trabajo y obras para dejar después los valles sumidos en la miseria. Volverá a pasar y nadie podrá decir que no se advirtió. 

El problema es el mismo de entonces: quienes deberían defender el territorio y a cuantos lo habitan hacen todo lo posible por suprimir plazos, por impedir que la población sepa del atentado medioambiental que está a punto de producirse, de la miseria que dejarán a su paso y de la devastación sobre la que tendremos que repoblar una vez se hayan cobrado las subvenciones europeas, los monstruos aspados comiencen a oxidarse y las redes subterráneas de evacuación no paren de intoxicar los acuíferos. 

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