Vicente Andrés

Les ha dicho Mañueco a CCOO y UGT que el gobierno de Castilla lo eligieron los ciudadanos de Castilla, un perogrullo con el que responde a la manifestación que el domingo protagonizaron los sindicatos para demostrar que aún existen. Pueden preguntarse la razón por la cual asistieron tres o cuatro personas en León y cifrarlo en el frío y tal, pero la realidad es que nada de lo que haga nadie en esta provincia surtirá el efecto que los de siempre intentan que provoque. Así que salen los del sindicato de clase — ¿de cuál? se preguntarán— para reclamar democracia mientras ellos la pisotean al más puro estilo de Chicago y se sorprenden de que en las calles de la capital no se vean más de una veintena de personas, que ni los de siempre acudieron a la manifestación por el pesebre, que en realidad de eso va todo, de percibir las subvenciones que les han quitado y que ellos exigen como si de un derecho de pernada se tratara.

El jueves sube el telón y Xosepe Vega ya no estará, inmolado por no callarse ante Vicente Andrés, el mismo que dice que la libertad de expresión es uno de los pilares de la democracia ¡Hay que ver cuánta hipocresía! ¿Ante quién responde Vicente Andrés? No ante los trabajadores, al menos no ante los de León, los pobres obreros de León que cada vez tienen menos derechos y más razones para renegar de todo lo que llega desde las centrales sindicales de Valladolid y Madrid.

Ya no engañan a nadie, ni ellos ni esa patronal tan cuqui que repite mantras que ya nada significan mientras aguardan que a ellos no les llegue la guadaña que cercene el alpiste de a seis mil al mes. Todo ello, sin trabajadores con los que generar riqueza en esta provincia.

Es tan desolador que nuestra única esperanza es su pertinaz miopía, la soberbia que les impide ver que si quieren continuar a la sopa boba que cada día se sirven a nuestra costa deben cambiarlo todo.

Bendicó era el perro fiel del príncipe de Salina, pero ni siquiera él se libró de acabar entre los desechos de la decadencia.