Editorial | Las mismas herramientas para la segunda ola, pero con más cansancio

Una UCI desbordada y casi al doble de su capacidad, los mismos equipos médicos que no han sido reforzados, pacientes con patologías no covid que pueden verse perjudicados por la atención que absorbe la pandemia y profesionales cansados y desanimados. Es el preocupante panorama que dibuja el jefe de la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital de León cuando la segunda ola de coronavirus arrecia y multiplica contagios e ingresos.

Demetrio Carriedo advierte de que las debilidades con las que el sistema sanitario de la provincia afronta este nuevo envite son las mismas que al inicio de la pandemia, que no existe el espacio necesario en los centros médicos ni suficientes profesionales especializados en atender esta enfermedad. Y llama la atención sobre el peligro de reducir la calidad de la atención de los pacientes en peligro por otras enfermedades que no sean covid.

Un panorama que es aún más preocupante porque el responsable del servicio que atiende a los pacientes en situación crítica teme que la capacidad de atención médica se vea desbordada en breve. Incluso que haya que tomar de nuevo decisiones que desgastan hasta el límite la resistencia psicológica de los profesionales sanitarios, como decidir quiénes tienen que recibir más atención porque tienen más probabilidades de sobrevivir.

La pandemia arrecia y el presidente del Gobierno dejó claro ayer que las exigencias sociales para doblegarla serán duras y largas en el tiempo, limitarán hasta el extremo la movilidad y las relaciones sociales al menos hasta la próxima primavera. No existe otra fórmula. Sólo el sacrificio y la responsabilidad personal de cada ciudadano podrá poner coto a un virus que se muestra indomable.

La alternativa es aún más dramática: un nuevo confinamiento domiciliario arrasaría buena parte de los negocios (autónomos y empresas) que lograrán sobrevivir, también en una segunda ola, a una contracción del consumo que era impensable hasta hace pocos meses.

Resistencia, disciplina social y moral de victoria, fueron los mantras repetidos ayer por Pedro Sánchez al anunciar al país que quedan como poco seis meses de dureza extrema sanitaria, económica y social. Y no hay más fórmula que la limitación de movimientos y la renuncia a los contactos sociales (incluso familiares) para no hacer más larga la agonía.

Gobierno, sanitarios y ciudadanos entienden un cansancio que no ha hecho más que empezar. Esta será una carrera de mucho fondo.