Diario de León

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Con tales apellidos, lo extraño es que Rafael Carralero Carabias hubiese sido banquero o propietario de una naviera. Salió pintor y docente, como sus padres y su hermana. Caneja, Van Gogh, Monet y Rothko se hubiesen echado las manos a la cabeza, allí en el Parnaso, si llega a desaprovechar su don familiar. Pero la gran pintura no se logra con destreza innata sino con ser. Este viernes, a las 20 horas, presenta De lumine, comisariado por Luis García, en la Sala Provincia, de la Diputación. Una gran indagación sobre la luz, la que llevamos dentro y las que nos rodea. Un viaje a los límites del paisajismo…o mejor, a sus no límites. En estos lienzos el paisaje no es ya lugar concreto, sino atmósfera.  No es ya la nube, sino rastro de ella. No es árbol, sino su savia. La parte incluye al todo, como una gota de agua es el haiku de la tormenta. Nos hace reencontrarnos con todo el  bien que un día desterramos a un recóndito lugar del olvido. Esta es la magia de la pintura, que algunos creyeron muerta, quizá porque nunca supieron que estaba viva. Cuando pintas así, tu misión ha de ser pintar y enseñar a pintar. Él  hace muy bien ambas.

Obra para ser contemplada y escuchada, logro de la introspección y del estudio.  Sus ecos/destellos permanecen en ti y te guían en el camino. Con raíces paternas en Cacabelos, le he comisariado dos exposiciones. Aquello que vaticiné entonces se ha confirmado: dialoga con los grandes, y además lo hace con humildad. Lo plasmado en De lumine solo se revela en el silencio, porque la espera paciente forma parte del don, pero aún más de  la prueba. El arte no tiene atajos.

Me reservo alguna reflexión más para las páginas de la Revista de este periódico, donde en 1993 publiqué una sección llamada Doce cuadros son piedad, en la que incluí un cuadro de su padre: la figura de un boxeador vencido por todo y por todos…salvo por la luz. Con tales mimbres familiares y cuando se pinta así… ¿cómo iba a ser banquero o propietario de una naviera? Esta es su misión, pintar para que recordemos que aún hay luces en estos tiempos oscuros. Gracias, Rafael Carralero Carabias, por el regalo que nos traes. Si pintas así no es solo porque sabes hacerlo, sino porque lo llevas dentro.

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