Diario de León

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Me gustan los libros biográficos, pero a priori soy reticente a los del tipo Yo fui el peluquero de Yul Bruner. Mary L. Trumph, sobrina del presidente de Estados Unidos, acaba de publicar Demasiado y nunca suficiente. Cómo mi familia creó al hombre más peligroso del mundo. No parece que pertenezca a dicho subgénero, si bien el Pisuerga pasa por Washington, pues estamos en año electoral. Dicho esto, no lamentaré ninguna contribución cierta a que Donald Trump haga las maletas y regrese a su torre con grifería de oro. Allí, el primer día se han vendido 950.000 ejemplares entre papel, reservas y audiolibros. La autora es hija del hermano mayor del presidente. Fred Trump falleció en 1981 de un infarto, fuera de los negocios familiares y despreciado por el clan. Esta psicóloga clínica afirma que su tío es un mentiroso patológico y un peligro para la seguridad del Estado. Según ella, el padre del mandatario republicano le inculcó que ser cruel con los demás es un derecho del poderoso. Hasta la malvada Angela Channing tenía sus ratos buenos, al mandatario aún no se los hemos encontrado. Con ricos como él casi dan ganas de ser pobre. ¿Qué trapo sucio podría airear un sobrino mío en un libro, más allá de que un día me zampé sus gominolas? En España, saldrá en agosto. No lo tengo entre mis alternativas de compra, pero si usted sí le dejo que luego me lo cuente. Ahora estoy releyendo a Billy Wilder. Cuando el productor Samuel Goldwyn le preguntó en qué estaba trabajando le informó: «en mi autobiografía». Le espetó: «¿Y de qué trata?».

Supongo que Corinna Larsen tendrá ya suculentas propuestas editoriales, aunque cualquier beneficio sería calderilla para quien la donan «por amor» 64,8 millones de euros. Otra historia de fantasmas.

Uno es de biografía modesta, no tengo un tío en América y ni siquiera soy presidente de escalera. Admitámoslo, aunque sea con bochorno: en España, el único que podría vender 950.000 ejemplares de golpe es Kiko Rivera, ya solo con que lo se lo comprasen sus ex admiradoras tendría varios miles que firmar. Ay, Cervantes, ni se le ocurra levantar la cabeza, no le vayan a hacer una pintada. Pero si no hay más remedio que levantarla, entonces, que sea con mascarilla.

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