Diario de León

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Nunca me ha dado por contar los estorninos que se concentran por mi barrio, soy de letras y me mareo si miro mucho rato hacia arriba, pero hay más que muchos. Sospecho que han dedicado gran parte del año a reproducirse. UPL ha pedido medidas para evitar tal concentración. Es decir, para dispersarlos a otros lugares, no necesariamente a Valladolid. Porque además de estruendosos son cagones, con los debidos respetos a la ornitología. No todo lo que vuela es tan pulcro como Juan Salvador Gaviota. Allí arriba les faltan letrinas. No les estoy llamando okupas, actúan según sus impulsos naturales, pero algo debe hacerse para desalojarlos de nuestro cielo urbano, el problema es cómo y con buenas palabras. «Yo soy muy bueno contando chistes malos», dirá el solícito lector. Gracias, pero hemos quedado que sin maltrato. «Creemos una mesa de diálogo», propondrá mi lector sindicalista. Vale, pero ¿quién habla estornino? Otro verano más y seguimos sin saber qué quieren. Hay que invitarles a irse, pero con tacto. Que se note que a animales racionales no nos gana nadie. «Mi marido ha compuesto una ópera wagneriana titulada Los gayumbos del godo…», me dirá esa lectora felizmente casada que todos los columnistas de provincias tenemos. Sin duda, con eso se les echa… pero regresarán con tapones y con sus primos de Zumosol. Queremos que se vayan de la ciudad, no del planeta. Ya bastante nos mira de soslayo la naturaleza, por lo del cambio climático y demás catástrofes consecuencia de nuestra estupidez y/o maldad.

Vuelvo a postularme, de manera altruista, para sentarme hoy mismo en un banco y, micrófono en mano, impartir a los estorninos y a las estorninas mi conferencia -rigurosamente inédita- de 500 páginas. Éxito asegurado, mi mujer huyó cuando solo le había leído las cincuenta primeras.

El Ayuntamiento de León ha tenido que paralizar un proceso selectivo para ordenanzas, por sospechar el tribunal que se habían filtrado preguntas. Un escándalo ofensivo para toda la sociedad, no solo para los concursantes honrados y que ahora se ven perjudicados. No basta con repetir pruebas, hay que saber cómo ha sucedido y quién es el culpable. No todos los bochornos son de calor, ni todos los pájaros vuelan.

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