Diario de León

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La Cultural Leonesa será recibida la semana que viene por el Papa Francisco, con motivo del centenario del club. Siempre me han gustado los pontífices, juegan todos en el mismo equipo pero con su propio toque de balón. Sí, me gusta mucho Francisco, tan distinto a Juan Pablo II y a Ratzinger, y tan igual a ellos pues su liga es la misma. Los estilos papales no son corrientes ideológicas, no al menos a la manera de los partidos políticos. Y cada tiempo tiene sus retos, esto suyo nunca ha sido llegar y besar el santo. Qué pesada carga para unos hombros humanos. Hace días le escribía a un cervantista amigo, que ya mayor ha tenido que marcharse a otro continente a la aventura de buscar un puesto de trabajo, unas palabras del sacerdote argentino Castellani: «Dios no nos pide que venzamos, sino que no seamos vencidos». Lástima que el juego sucio de unos pocos haga que sientas ganas de dar por perdido el partido.

Pero hay que seguir y resistir. A veces, el gol necesita un rodeo. Pero volvamos a nuestra Cultural, pequeño gran equipo que ha de despertar las simpatías de Francisco, pues es muy futbolero. «Le pega ser un poco del Barça», se me dirá. Puede, nadie es perfecto. Y además ser un poco culé no es penalti, solo pecado venial. Con propósito de enmienda, por supuesto.

Admitámoslo, habrá ratos en los que nuestro pastor sentirá que tiene más ovejas fuera del carril que dentro, la condición humana siempre ha andado algo descarriada y ahora más. Dicho sea en nuestra defensa, el amor siempre gana, incluso cuando pierde. Aún podemos remontar el partido, aunque los malos están muy entrenados. Este siglo nuestro necesita Gracia.

No es por chafar la oportunidad de hacer promoción de nuestra gastronomía, pero me permito sugerirle a la Cultural que no le lleven al Papa chorizo de León; a su edad, milagros con las digestiones los justos. No vayamos a salir por una indigestión en los papeles. Por supuesto, entre los obsequios no puede faltar una medalla de la Virgen del Camino. Y sin que suene a chivatazo o a queja tiquismiquis, dígasele que aquí San Judas Tadeo, patrón de los imposibles, hace lo que puede pero no basta. En León, hace falta un gran golazo celestial. O, por si acaso, mejor, dos.

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