Diario de León

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Para sorpresa de quienes pensaban que Pedro Sánchez había hecho una jugada maestra consiguiendo el apoyo parlamentario de Podemos a cambio de incorporar a sus dirigentes en el Ejecutivo pero en puestos de menor relieve el Presidente ha decidido ampliar el área de las competencias de Pablo Iglesias. En breve, previa modificación de la ley, Iglesias pasará a formar parte de la Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos de Inteligencia, el organismo que supervisa y regula el CNI. Los espías, para entendernos.

Bien puede decirse que Iglesias habrá colmado una de sus más secretas ambiciones. En 2016, cuando la primera sesión de investidura en la que Podemos —que entonces tenía 71 diputados, ahora se ha quedado en 35— acabó votando en contra de la designación de Sánchez, entre otras competencias, Iglesias ya reclamaba el control del CNI y el de RTVE. Que un miembro del Gobierno —uno más porque ahora lo son los ministros de Defensa, Exteriores, Interior y Economía— se sume a esa comisión, en principio, no sería objeto de reproche. Lo llamativo mutando hacia desconcertante es que semejante encomienda recaiga en una persona que llegó hace nueve años a la política española al frente de un movimiento antisistema, demonizando a la «casta» política surgida de la Transición y con el declarado propósito de acabar con lo que denominaba el «régimen monárquico del 78». Conocidas son también sus raíces comunistas, sus compromisos con el chavismo y sus posiciones proclives a los independentistas catalanes.

El CNI es un organismo clave de nuestro andamiaje institucional. Tiene como misión defender los intereses de España —dentro y fuera de nuestras fronteras— contra cuanto suponga una amenaza para nuestro país. La información sensible que el Centro recolecta, analiza, procesa y remite al Presidente del Gobierno y a los ministerios afectados, tiene un valor enorme y contribuye, a veces de manera determinante, a la toma de decisiones. Dada la trayectoria política de Iglesias —el mismo personaje que según el decir de Sánchez hasta hace bien poco la sola idea de tenerle en el Gobierno le quitaba el sueño—, se comprenderá que la nueva encomienda que va a recibir a quienes va a privar del sueño es al 95% de los españoles de los que también hablaba Sánchez. Sin duda estamos ante una decisión inquietante. Una más de las que toma un Presidente del Gobierno cada vez más desconcertante.

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