Diario de León

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Cometerá un error quien no conceda la adecuada importancia a las personas que componen el círculo más cercano a un presidente del Gobierno. Y este martes, junto a varios nombramientos en los ‘segundos escalones’ de los Ministerios, se completará el equipo de esos que son llamados ‘fontaneros de La Moncloa’: los que arreglan las chapuzas y, en frase de Adolfo Suárez, aseguran el funcionamiento de las cañerías mientras la casa se rehace. Porque lo que ha ocurrido ha sido un terremoto en toda regla y ahora toca, supongo, dar la sensación de que solamente algo ha cambiado para que todo siga igual. Pero no debe, no puede, seguir igual. Con los nombramientos de Francisco Martín y Francesc Vallés como nuevos secretario general y secretario de Comunicación de Presidencia, respectivamente, Sánchez tiene la oportunidad de cambiar estrategias de funcionamiento y de comunicación que, simplemente, marchaban mal. Compañeros que tuvieron la fortuna (o no) de tratar con asiduidad a Iván Redondo me comentaron en alguna ocasión que este a veces ‘intoxicaba’ a los periodistas. Del paso del periodista Miguel Angel Oliver por la secretaría de Estado de Comunicación tengo, en cambio, impresiones muy directas y para nada positivas. Página pasada y a ver cómo se comportan en el entorno de Félix Bolaños, Oscar López y los que van a ser nombrados en el Consejo de este martes.

He dicho en muchas ocasiones que estos ‘segundos escalones’ son los que en realidad definen el talante y el talento de un equipo que no puede resumirse en la afortunada o desafortunada actuación de una sola persona, el presidente en este caso. Se está produciendo un evidente relevo generacional que viene marcado por la presencia de Félix Bolaños en el Ministerio, que es clave, de la Presidencia. El es el ‘fontanero número uno’ en La Moncloa y en el conjunto del Consejo de Ministros; el jefe de la guardia pretoriana de Sánchez y quien susurrará propuestas, ideas y hasta vetos en los oídos presidenciales. De él, y de quienes se albergan en el ‘sancta sanctorum’ de La Moncloa dependerá, ya digo, que comencemos a percibir a nuestros gobernantes como algo más cercanos que hasta ahora. Hago votos por ello, aunque lo haga sin demasiada esperanza.

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