Diario de León

Joaquín S. Torné

Diario de León y sociedad, compromiso mutuo

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El 3 de febrero de 1906 nació Diario de León. Uno de los primeros artículos que vieron la luz, ese mismo día, definía al periódico como una necesidad social. Hoy, 25 de mayo de 2020, los diarios son el abono en el que germina una nueva sociedad, con infinitas posibilidades para el acceso a la información, pero no por ello mejor informada. Quizá sea más bien todo lo contrario. Las redes sociales y alguna prensa digital empeñada en destrozar su prestigio y, de paso, arrastrar a los demás en la deriva, convierten en cierto el viejo axioma que el tercer presidente de los Estados Unidos, Thomas Jefferson, hizo célebre en los primeros años del siglo XIX y que decía que el hombre que nunca lee periódicos está más informado que el que los lee porque quien nada sabe está más cerca de la verdad que quien tiene la cabeza llena de errores y falsedades. Los bulos, que ahora llaman fake news, han existido siempre y no van a dejar de hacerlo. Por eso, cada vez se hace más verdad la definición que del propio Diario de León se hacía el mismo día de su nacimiento. El Periodismo y los periódicos mantienen viva una verdad incontestable: son una necesidad social.

Los gigantescos obstáculos que se acumulaban a principios del siglo XXI en el camino de los periódicos, sobre los que se ha reflexionado en foros, jornadas, congresos y reuniones de todo formato y condición, no son nada comparados con los que el Covid-19 ha puesto en el nuevo horizonte. Con los ciudadanos confinados, muchos de los puntos de venta cerrados y otros sufriendo la desertización de las calles, la economía en clara recesión y amenazando ruina, los bares debatiéndose entre la vida y la muerte, las empresas a medio gas en el mejor de los casos, y el comercio tratando de sortear la tela de araña de la venta on line, el panorama se presenta complicado. Pero no imposible. Desde 1906 hasta 2020, Diario de León ha sorteado dos guerras mundiales, una pandemia a la que llamaron gripe española en 1918, una guerra civil, una difícil, aunque brillante, transición y sucesivas crisis económicas. Y lo ha hecho porque la sociedad leonesa ha confiado en su periódico y ha acudido a los kioscos a informarse para desmentir a Thomas Jefferson. Quien lee periódicos está mejor informado que quien no los lee, porque éste sí que está más cerca de la verdad. Como lo está Diario de León, y también otros muchos periódicos. Los verdaderos profesionales están más próximos al fiel relato de los hechos que los enmascarados en redes sociales o digitales sin escrúpulos, sin periodistas universitarios entre sus equipos directivos, en un momento en el que los poderes públicos amenazan la libertad de expresión imponiendo viejas y hasta olvidadas prácticas propias de otros regímenes, como las ruedas de prensa sin preguntas, o la descalificación de las preguntas si éstas no son del agrado del amado líder. O el veto a periodistas o Medios. O la presión a determinados Medios por parte de determinados políticos que piensan que gestionan «su» institución y no una institución, que gestionan «su dinero» y no el dinero de todos los españoles.

Los bulos, que ahora llaman fake news, han existido siempre y no van a dejar de hacerlo. Por eso, cada vez se hace más verdad la definición que del propio Diario de León se hacía el mismo día de su nacimiento. El Periodismo y los periódicos mantienen viva una verdad incontestable: son una necesidad social

Hoy, León entra en la fase 1 de la desescalada. Camino de la mal llamada normalidad. Y ahí está el kiosco, querido lector, para pelear contra todo lo anterior y contra todo lo que venga después, se llame coronavirus o se presente con otro nombre y otro vestido. Los periódicos relatan la vida, reflexionan sobre ella, la interpretan para conseguir una sociedad mejor informada y por tanto más capaz para formarse sus opiniones y elegir la mejor opción entre toda la oferta política. Mejor instruida para separar el grano de la paja, para cultivar el espíritu frente al adormecimiento ideológico venga desde el extremo que venga. Más culta y por ello menos permeable al engaño.

A la prensa se la ataca desde muchos frentes, sobre todo desde aquellos que quieren restar presencia a los periódicos porque si lo consiguen ya no tendrán freno en sus ansias de ejercer el poder omnímodo. No se trata de no hacer autocrítica. Gran parte de la culpa de lo que ocurre la tienen los propios periodistas, sin autoexclusiones, y los propios Medios. Pero también es culpa de quien no exige, de quien no se queja, de quien ha decidido perder la cara a la Prensa para buscar la desinformación en la propaganda partidista. Los últimos tiempos políticos han instalado a la sociedad española en una inestabilidad enorme. Las traiciones se suceden, como se ha podido ver la semana pasada con el lamentable episodio de la reforma laboral, y los ciudadanos asisten atónitos a un espectáculo vergonzante. Una presentadora de televisión dijo hace unos días en referencia a lo que Pedro Sánchez protagonizó: me encanta la traición, pero odio a los traidores. Atribuía la frase a un emperador romano y venía perfectamente a cuento de lo sucedido. La palabra política tiene menos valor cada día que pasa y ahí están los periódicos para denunciarlo, ahí está Diario de León.

El jueves 21 de mayo, este periódico puso en los Kioscos una revista de 200 páginas brillantes, producto del esfuerzo de una genial redacción y un gran equipo comercial, comprometidos con la sociedad a la que también representan. Merece la pena leer todos sus reportajes, todos sus análisis, porque son el arca del que tiene que salir el paño que vende León. Olviden el viejo refrán de que el buen paño, en el arca se vende. Esa revista sacó a la luz el paño de León, un gran paño. Pero esas 200 páginas, igual que todas las que ven el sol cada mañana en Diario de León, tienen un denominador común: son posibles porque la sociedad leonesa ha puesto la confianza en Diario de León. Y nuestro compromiso es devolver ese préstamo con esfuerzo. Por eso, es importante que los lectores se acerquen al kiosco y compren periódicos. La Democracia y hasta la vida están en juego. Los periódicos salvan vidas. Es el titular que otro director de periódico, de otra provincia, utilizó como metáfora de la importancia de informar sobre lo que ocurre con el Covid-19 para que la sociedad y sus representantes no repitan errores. Era una forma de invitar al lector a invertir en información, porque la buena información es la que se paga y la mala la que se regala. Si carece de valor, carece de control. No solo permitirá con ese acto que los periódicos sigan al pie del cañón, sino que propiciará que lo hagamos con la independencia por bandera, de manera que los tics autoritarios del poder se queden en anécdotas y, al final, acaben por desaparecer.

Diario de León está dispuesto a pelear por una sociedad en la que cree. Los 114 años que lleva a sus espaldas y todas las batallas ganadas ofrecen garantías de credibilidad, de tesón y de buena información. Pero también la sociedad tiene que pelear por sí misma. Y leer periódicos, comprarlos, es la mejor manera de luchar. No se puede pedir independencia a los Medios sin aportar un grano de arena. Una sociedad sin periódicos está condenada a sufrir yugos que ya demostraron en otras épocas que conducen al fracaso.

No sólo Jefferson criticaba a la Prensa. Otros muchos lo han hecho. Barbey D’Aurevilli decía que los diarios eran ferrocarriles de la mentira. Se critica todo lo que da miedo. Y la Prensa da miedo al poderoso porque está siempre muy cerca de airear sus basuras, de revelar sus inconfesables intereses. No importan las críticas, porque siempre es bueno recibirlas para mejorar. Los periodistas siempre estarán ahí, como el agua. La tierra está compuesta en un 70 por ciento de agua. Eso dice la ciencia. Pues el periodismo dice que la verdad es como el agua, siempre acaba por ocupar su espacio. Prueben a arreglar una gotera en el cuarto de baño solo pintando de nuevo la pared, volverá a salir; prueben a taparle la salida al agua, buscará otro camino; si tapan su camino hacia su cuarto de baño, acabará por salir por el salón. Porque el agua y la verdad son imparables. León también. Por eso, Diario de León ha acuñado el término LeónLevanta, porque la sociedad como el periódico también son imparables. Tiene enormes fortalezas y debe exprimirlas. Y Diario de León está a su servicio, pero no logrará su objetivo sin el apoyo de toda esa sociedad. Información es progreso.

Hoy, 25 de mayo, reabren los bares, aliados de Diario de León en la distribución de información. Ahí estaremos porque el compromiso es mutuo y, como asegura la OMS, no solo el papel prensa no transmite el Covid-19, aunque haya quien propaga ese bulo, sino que transmite la verdad.

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