Diario de León

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En un giro inesperado de los acontecimientos, mandan cerrar a la hora de la cena en Francia los mismos que en mayo contra programaban el aló presidente con arengas anti comunistas y a favor de la libertad de movimientos. Lo bueno de las pandemias es que no se andan con remilgos, y dejan con el culo al aire a los cargos públicos que se creen que la política es un muro de contención a los contagios. De tal forma, que el bacilo puede desenvolverse con mansedumbre si advierte que entre la población diana hay mayoría de los que votan a un partido, o devotos del fundamento ideológico que tanto se reproduce desde los minaretes de las televisiones. Lo que no valía en primavera, hoy es el bálsamo de fierabrás. Ojo, que mandan atarse en casa los mismos tipos y tipas que hace un mes sacaron bandos para llamar a la convención nacional de cuñados y allegados que se vino a celebrar en León, con la efusividad de las grandes ocasiones. Pasen y vean, que es navidad y hay paz en la tierra, y entre los hombres de buena voluntad. De ahí al vamos a morir todos que interpreta en cada intervención el pastor de Castilla encargado de traer el Apocalipsis a León, no hay más que un cambio de relato, que se redacta en el mismo ordenador que las circulares del partido del Ibex en defensa del cierre de consultorios en los pueblos leoneses y del desvío de enfermos leoneses por la senda del Conde Ansúrez, o las mociones en defensa de la red clientelar del estado autonómico, que se ha cepillado todo lo cepillable en treinta y pico años de gestión. A parte de criminalizar a los comerciantes, a los hosteleros, al treinta por ciento del PIB y la opción de subsistencia de León de aquí al cielo de la resurrección que se marca la agenda de la transición ecológica, se advierte ese filón que da la realidad cuando pasa los filtros de la retira de la herramienta mediática. El virus no se detendrá; lo que cuenta es la ensalada de hostias y titulares contra el gobierno de Sánchez, en una táctica en la que los leoneses no tenemos otra función que la de poner la mejilla, por si viene otra bofetada suelta. No, rebaño no; hato de borreguillos, munición para los cañones de las almenas que apuntan a todo lo que se mueve. Aún se creen que van a parar el virus con controles policiales. De los creadores de Eco Torneros, llega el confinamiento inteligente. ¿Ven cómo Ayuso no era tan mala?

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