Diario de León

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En otro pasaje del periodismo delicioso que suele ofrecer este diario, un ministro de Fomento le recriminó a una compañera que «por el ERTMS sólo me pregunta el Diario de León». Huelgan detalles de la maña que empleó Asun G. Puente, siempre buena, siempre brillante, siempre excelente, para evitar el jaque a Iñigo de la Serna en la primera parte de aquella entrevista. En descarga del titular de obras públicas del censurado gobierno de Mariano Rajoy, queda el detalle de que fue el último en aplicar una mejora técnica a la conexión de tren de León. El ERTMS, el sistema de control, que permitió a los 112 bajar de dos horas el trayecto entre León y Chamartín. Quién se lo iba a decir, también, al aparato soviético de propaganda y tortura de la desinformación socialista, que todo el capital que iba a tener para defender la prosperidad ferroviaria en la provincia leonesa eran esos patos que no han mutado a Avlos, en plan pokemos. En los malos momentos, se añoran los ratos de euforia. Ahora que la decepción viaja sin estación por la provincia, León recuerda que entre las mejores cosas que dejó pasar estaban los trenes nocturnos, que no volverán; al menos, por aquí. Esta semana se inició con un día histórico para Galicia. Lo dijo Feijóo. Por un tren que esperaba tanto o más España. Lo dijo Sánchez. Grande en Galicia y España. Funesto para León. A ver cómo encaja esto en los cuentos sobre movilidad, desarrollo, infraestructuras, que apelmazan todo el parloteo político de aquí a un lustro, con el que calculan engatusar al rebaño en procesos electorales, como este que acaba de convocarse. A ver cómo encaja en el repertorio que León no esté en una fiesta fascinante de Galicia y España. El plan del oeste resultó el de la desinversión que aportó entre robles y urces el avance sobre dos raíles, deconstruir el progreso, cortar los lazos. La puerta de Galicia ya es La Gudiña y no Quereño. Dan ganas de llorar. Día grande para España y triste para León. El primero de la serie. Echan a la gente y luego retiran los trenes, con la disculpa fabricada de que no sube nadie; igualito que con Feve y con la Vía de la Plata. En ese final escrito por la política en los 38 últimos años, queda colmar de honor y gloria a los maquinistas, por todos los años felices de los trenes que pusieron el norte en León.

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