Diario de León

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Dicen esta tierra en los discursos porque León les llena la lengua de granos, y tienen que escupir, como cuando la arena deja el paladar del tono del cielo protector en cartelera. Esta tierra es una expresión que creen que alcanza a todo, y resulta que no vale para nada. Esta tierra es un sintagma de trileros, una elipsis en mitad de ninguna parte; esta tierra es la muletilla de los políticos mal hablados que viene de fuera a dictarle a León normas de comportamiento, a repartir propuestas en las que el sujeto no concuerda con el resto de la oración, y el verbo y los complementos, hasta los circunstanciales de lugar, los de lugar, sobre todo, andan igual que putas por rastrojo. Esta tierra es la bolita que nunca está debajo del cubilete que giran sin cesar en la mesa de la esquina del ferial, mientras la cabra se mantiene firme en la peana de la escalera, y el circo sigue en la rueda, con los domadores al fondo y los leoneses, ay, ¡pobres leones! saltan como conejos entre los aros ardientes. Esta tierra, repite el vendedor de crece pelo con la misma pasión que podía emplea Martin Luther King para explicar el versículo del sueño que asiste a los prohombres y tumba a los mortales, rendidos de la vigilia de la espera por una promesa que no se cumple jamás. Esta tierra no es aquella tierra; la que supera el 100% de la renta per cápita de Europa del norte; la de las industrias mimadas por el Gobierno; la de las inversiones sin tasa, que no le falte nada al señorito, la tierra que da empleo a los guajes que iban a dejar de fumar con el primer contrato; si dicen esta tierra, suelen referirse a otra que no es la que sujeta los pies de pobres a la orden de ricos que toman las decisiones a una hora en tren de alta velocidad. Dicen, esta tierra, con el timbre modulado de un locutor de doblaje, parece que van a recitar unos versos sobre la economía circular y sostenible, que vale igual para encabezar un anuncio de las cajas de ahorro confederadas que como colofón a un homenaje familiar al abuelo centenario. Hablan en clave, porque la verdad escuece hasta cuando se emplea para llamar al territorio por su nombre. Dicen, esta tierra, porque a-ba-ni-bi a-boe-be ya estaba cogido para petarlo en Eurovisión; y para inspiración y gloria del Chaval de la Peca.

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