Diario de León

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Esta semana he podido conocer uno de esos proyectos ilusionantes, y que nos llenan de orgullo y esperanza para todas aquellas personas que pensamos que mantener la biodiversidad, al menos como nos la dejaron nuestros antepasados, es mucho más que una obligación moral. La Fundación Patrimonio Natural ha presentado en Europa un proyecto para rescatar de la inminente desaparición a una especie que no es precisamente emblemática, ni bonita ni que puede ayudar a las poblaciones en las que se asienta como revulsivo turístico, el desmán ibérico. Y es que pocas personas saben identificar a la primera la imagen de esta especie de topo con trompa, un animal no muy agraciado que hace bastante honor a su nombre. Según la RAE, desmán significa «exceso, desorden, tropelía o desgracia», ahí es nada. Pero detrás de este bicho de aspecto casi de dibujo animado está un excelente bioindicador de la calidad de los ríos y la única especie viva de la familia de los Galemys , un raro género de mamíferos extinguidos en su totalidad, lo que convierte al desmán en una especie de fósil vivo, lo que en mi opinión justifica sobradamente que la Junta de Castilla y León haya decidido apostar de una manera tan firme por esta especie, solicitando para su recuperación un nuevo proyecto Life _ya hubo uno centrado mayormente en el estudio de este animal del que no se sabía prácticamente nada_, por más de cinco millones de euros. Y este es el momento en el que alguno de los lectores o lectoras que siguen estas líneas se puede preguntar si se puede gastar tanto dinero público en salvar una especie de rata acuática, escurridiza, que probablemente no veamos nunca en su estado natural y que, como señalé antes, no supone en principio ningún reclamo para el cada vez más practicado ecoturismo, como sí lo hacen otras especies en las que se ha invertido mucho dinero como es el caso del oso, el urogallo, o incluso el lobo ibérico. Pero lo cierto es que detrás de estos procesos de recuperación y de reintroducción de especies hay cientos de expertos trabajando, científicos, agentes medio ambientales, biólogos y otras muchas personas que se emplean sin descanso para que esa biodiversidad sea un legado más que digno para los que vengan detrás. Dinero, muy bien invertido.

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