Diario de León

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Desde que en 2016 finalizara con un éxito dudoso el plan Life destinado a la recuperación del urogallo cantábrico, la Junta de Castilla y León asumió la obligación de velar por esta emblemática especie, declarada en 2018 por el Gobierno en situación crítica de extinción. Esta declaración obliga a la puesta en marcha de una serie de medidas urgentes con las que tratar de revertir esa tendencia poblacional negativa. En el caso del programa Life, que como ya he dicho no tuvo demasiado éxito, fueron numerosos los intentos por mejorar el hábitat de la especie, con la puesta en marcha de tratamientos selvícolas selectivos y la reducción de amenazadas como la eliminación de vallados o la reducción de los impactos de los tendidos eléctricos en determinadas poblaciones. Además, se logró avanzar en el estudio de esta especie para conocer más sobre sus muchas debilidades, algo que es de agradecer antes de que desaparezca por completo. Nada de esto ha servido demasiado, ya que el urogallo —con a penas 292 ejemplares en un área de distribución de 350 kilómetros cuadrados de la Cordillera Cantábrica— está peor que nunca. Quiero pensar que esos siete millones de euros pagados por Europa con los que se trató de salvar a la especie han servido para sentar las bases de una recuperación que ahora mismo, gracias a la Junta de Castilla y León, está en stand by , parada, a la espera, pero a la espera de qué, ¿de que desaparezca definitivamente?. Hablando de esperar, a qué espera la Junta de Castilla y León para poner en marcha el centro de cría en cautividad, aprobado en 2018 por la Conferencia Sectorial de Medio Ambiente, y para el que el Gobierno central ya ha soltado más de 800.000 euros. Según la Junta de Castilla y León, el proyecto está en fase de estudio, la fase «más importante», dice, ya que conlleva el análisis de las experiencias de cría en cautividad. Señores de la Junta, ese trabajo ya se hizo durante los seis años de ejecución del proyecto Life, y también lo viene realizando Asturias desde 2007 en el Centro de Cría y Reserva Genética del Urogallo Cantábrico, ubicado en Sobrescobio. En 2020 el centro leonés tiene que estar en marcha, después de dos años poniendo excusas y soltando vaguedades para dilatar lo que debería haber sido una medida urgente. Sólo espero que cuando abra no sea ya demasiado tarde.

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