Diario de León

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En México llamaban ‘político’ al aparato de aire acondicionado, porque hacía mucho ruido pero no cumplía su función. Mucho ruido sufrimos. Disonante, estridente, molesto. Frustrante. Petardo y barriobajero, impropio de representantes públicos, intolerable en los parlamentarios. A mayores, sólo ruido. Detrás, nada que merezca la pena.

Al navajerismo más zafio de los partidos de los extremos se suma la algarabía del discurso tontalán del entorno cercano. Palabras que llenan el aire, y viceversa. Explosivo, con una ciudadanía al borde de su paciencia no ya por la pandemia, por las consecuencias económicas, las ineficiencias administrativas y la incertidumbre que tiñe el presente y el futuro. El hartazgo llega para la mayoría silenciosa del escorzo ruin y torticero con el que se tizna todo lo que pasa, y lo que no, para sacar rédito personal o partidista. Para la minoría ruidosa, la ola incontenible de idioteces y provocaciones no es sino la perfecta excusa para hacer de cualquier follón menor una diatriba que proclamar desde el púlpito.

Charlatanería que ensordece todo aquello que de verdad debería importarnos. Que no es sólo la pandemia. Muchas cosas están corriendo de puntillas a espaldas de un paisanaje aún atónito con lo que el virus nos hace sufrir. Se escurren y no se les presta atención, pero están ahí, avanzan, se firman y nos daremos de bruces con ellas más pronto que tarde.

Ahí están, sin ir más lejos, las políticas europeas: realidades que despellejan a la provincia mientras se vende el humo de lo que vendrá, presuntamente a manos llenas, para rescatarnos de la pobreza a la que nos hemos condenado. El sector agroalimentario se pregona como el lugar al que volver y cuidar para salir adelante. Pero la PAC sigue restando apoyos a los agricultores, como viene haciendo desde hace años. No pasa nada. Las autoridades europeas han condenado también a las cuencas mineras españolas, mientras riegan las de otros países que se negaron a dar cerrojazo a sus explotaciones. Ahora anuncian muchos más fondos, aunque en el reparto León sigue en la cola. La politiquería se da palmaditas en la espalda y habla de millones y millones. No dicen que no se dejarán caer por aquí sin más. Que sólo llegarán si la iniciativa privada pone al menos otro tanto en la balanza para reindustrializar. Callan que ya está pasando, que ni siquiera llegan los fondos nacionales porque falta la base inversora. Ruido. Sólo ruido.

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