Diario de León

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Del despeñe económico provocado por la pandemia y sus consecuencias para el empleo y las cuentas domésticas poco tienen que enseñarnos las encuestas. Lo tenemos grabado a fuego en nuestras carnes personales y familiares, como tenemos tatuada la mascarilla, el dolor por los casos de covid cercanos y el miedo casi culpable de los que seguimos esquivando al bicho (sanitario y económico) muy conscientes de que esto depende mucho de nosotros, pero al fin no deja de ser una lotería.

En este escenario pocos optimismos podían esperarse de una encuesta empresarial que hace balance del atípico y terrible año dejado atrás. El CEL pregunta un año más a las empresas leonesas, y parece obvio concluir los resultados del cuestionario. Sin embargo, las conclusiones son paradójicas. O algo falla en la muestra empresarial, o algo falla en la realidad de la salud económica del empresariado. Pero está claro que algo falla.

La mayor parte de las compañías encuestadas ha mantenido el empleo. Aquí habría que poner la lupa sobre si medidas como las exigencias de los Erte han conseguido frenar la sangría o sólo aplazarla en el tiempo. El caso es que una cuarta parte de las empresas declara haber reducido su número de empleados. Una burrada, pero que hay que colocar en este entorno de catástrofe. En cambio, la mayor parte de los empresarios ha conseguido reducir su deuda, y un porcentaje aún más alto ha realizado inversiones, que prevé incrementar en el ejercicio en curso. Aunque obviamente se han reducido, mucho, las ventas.

Con estas cartas encima de la mesa, llega la hora de hacerse el harakiri: el 64% de los empresarios manifiesta sin empacho que León no es una zona atractiva ni interesante para invertir. ¿Perdonen???? Si en esta debacle les ha ido como manifiestan, ¿tal secarral de oportunidades es su tierra para responder con tal desprecio y derrotismo?

No son los únicos. El alcalde de León dispara a discreción para justificar la falta de inversión en proyectos «de país» para la provincia. La fractura política interior (no sólo del PSOE) trasladada, como si no lo estuviera ya bastante, a la chepa del ciudadano. En este León (¿no es así, al fin, en todo lugar?) que se defiende del enemigo pero se resguarda sobre todo del incansable fuego amigo.

¡Líbranos Señor del agua mansa, que de las bravuconadas ya nos defendemos nosotros! O quizá no.

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