Diario de León

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Esperamos el pico. De los contagios y del elástico límite del sistema sanitario. De la responsabilidad ciudadana plural y de la imbecilidad singular que se pretende ajena al sistema (y deberá ser aplastada sin contemplaciones por él). De la resistencia económica y del aguante de las familias. Del despertar de este sueño sorprendente que nos pareció cuento ajeno y se convirtió en moraleja personal. De lo que nos depare el porvenir de esta inimaginable pesadilla en la que navegamos con nuestros temores en la bodega y nuestros mejores ánimos en la proa. Conjuramos al bicho entre presagios oficiales que, a cuentagotas, nos vacunan contra el temor de lo que nos espera. Rogando que no tengamos que llorar en la distancia más que el miedo, y no el sufrimiento de no estar con los nuestros si nos llega la hora de entrar en la estadística. Confiando en quienes nos cuidan, desde las alturas a las cercanías de tod@s los que al pie del cañón echan y echamos el pulso al virus. Desde este estado de confinamiento que no llega al terror por precipitado y sorprendente, y porque no hay realidad o necesidad a la que no sepamos acomodarnos. Es la ley de la evolución, sólo sobrevive el que se adapta. En último caso, se articula una respuesta estatal y social en la que, incluso en situación de emergencia mundial, las únicas urgencias humanitarias (que las hay) pueden y deben ser perfectamente atendidas por los poderes públicos y en todo caso socorridas por la abundancia generalizada. Esas son las únicas prioridades. Por eso la vacuna que urgimos no es sólo contra el bicho que toque en cada momento. Asaltan a los ciudadanos, con mayor virulencia a medida que avanza la crisis y las apreturas para hacerle frente, inmundicias políticas, cloacas presuntamente territoriales, deslealtades partidistas hambrientas e injustificables, rastreros mensajes racistas ignorantes y manipuladores. Vociferio de mercaderes ansiosos de sacar el mejor rédito para lo suyo. Vivimos un momento tan insospechado como difícil. Ni siquiera somos aún conscientes de que seremos por un tiempo rehenes de él. Buscamos atontadamente cómo hacerle frente. Aquí y ahora, el medio plazo está a años luz. El horizonte se llenará de charlatanes en busca únicamente de su propio negocio. Desde los vendedores de crecepelo a las sanguijuelas de la política. Cuidado y sentido común. El coronavirus no es el único bicho ante el que hay que inmunizarse

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