Diario de León

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El 13 de febrero se celebraron las elecciones en Castilla y León. En las cuales, el Partido Popular consiguió una victoria pírrica frente al tímido segundo puesto del Partido Socialista. Los días han ido cayendo en balde entre las esperanzas de formar gobierno. El PSOE no tiene alternativa, incluso juntando las sillas de los partidos que han sacado menor representación, la victoria se les escapa. La única opción viable: un gobierno de coalición entre PP y Vox. Las hipótesis están en el aire y, pese a los intentos de Mañueco de gobernar en solitario, parece imposible que alcance la mayoría solo con esos 31 procuradores. ‘Los 13 de Vox’ son la última escapatoria a los malos resultados que lleva cosechando el candidato popular.

El juego de tronos le salió mal al presidente, cambió a los socios moderados de Ciudadanos por la sombra negra de antaño que ahora se torna verde. Este movimiento a la desesperada por parte del PP solo podría suponer tres cosas, un antecedente para las futuras regiones, una pérdida del electorado más progresista y la fusión de un frente único en el panorama nacional.

Mañueco prometía volver a las urnas si no conseguía esa mayoría utópica y, como era de esperar, no ha sucedido. La repetición las elecciones ante la agotada vía de pactos, solo traería un desplome de los populares en consecuencia al polvorín de Génova. Durante un fin de semana, la confianza en el PP se ha visto avasallada por las pretensiones de unos y otros actores. Una comisión por mascarillas de dudosa procedencia, la división de los varones entre las posturas, la sombra de los espías y detectives… En resumen, un entorno pantanoso lleno de ponzoña que se traduce en la desconfianza de los votantes del charrán. La Junta está en manos de los que amenazan de verde los 35 años de gobierno azul.

Pedro Sánchez extendió la mano de una abstención del PSOE para evitar que Vox entrara en la Junta, pero tras la escueta reunión de 15 minutos con Tudanca, este desesperado salvavidas se pinchó en mar abierto. Con todo el honor del mundo, la abstención sería una decisión que les honrase para así evitar que el partido de Gallardo entrase en el gobierno. El combate de los socialistas, pese a su deficiente resultado electoral, les sitúa en la esquina vencedora del cuadrilátero en esta pugna política esperando a que suena la campana para pelear en el siguiente asalto. Saben que, con los recientes acontecimientos, volver a cargar la papeleta les favorecería.

«Yo bastante tengo con lo mío», respondía Fernández Mañueco cuando se le preguntaba por su posición respecto al conflicto. El Partido Popular se encuentra gravemente herido entre el polvo de la convulsa, cada movimiento supondrá un cartucho al aire hasta encontrar diana. Mientras, la alternativa a esos 35 años de gobierno espera paciente un cambio de rumbo en Castilla y León.

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