Gran vía, 41

Julio de 1967. Juan Antonio Miralles proyecta este edificio promovido por Valeriano Campesino Puertas en un solar de su propiedad entre la entonces Avda. de José Antonio (hoy Gran Vía de San Marcos) y la Plaza de Colón, cuyas obras dirigió con Juan Antonio Coronado como aparejador. Concibió una estructura de hormigón sobre un sótano para almacenes e instalaciones de calefacción, la planta baja con locales comerciales y un pasadizo para comunicar la calle con la plaza, por el que también se accede al portal, con escalera y dos ascensores para subir a las oficinas de la planta primera y a 25 viviendas en siete niveles más, el último retranqueado. Dispuso los dos alzados simétricos, de ladrillo visto con aparejo gótico de juntas rehundidas y dinteles a sardinel, ambos con un cuerpo cerrado y volado en su eje que, en el frente principal hacia la Gran Vía, se estrecha o ensancha en plantas alternas abriendo grandes vanos entre las líneas de los forjados y otros paños, revocados o revestidos de material vitrificado, junto a terrazas de atractivas barandillas, cuyas anchas bandas de madera y chapa con pasamanos de tubo, contribuyen a conformar un sistema de líneas y planos, ajenos o indiferentes a la estructura que, lejos de la tradicional visión estática, parecen interrelacionarse respondiendo a posibles tensiones centrífugas en búsqueda del anhelado equilibrio dinámico, al tiempo que proclaman la voluntad neoplástica de esta sugerente fachada heredera de los modelos habituales del «racionalismo leonés», que aquí Miralles lleva un poco más lejos, tal vez seducido por Mondrian, Van Doesbourg o las vanguardias holandesas de los años 20… en aquel palpitante y emergente León que, a finales de los 60, asomaba al mundo moderno… ¡Fantástico!