Diario de León

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C uando el rapero Hasél, niño bonito de burguifamilia y aire de insolente zampatortas en enfado perpetuo largó los exabruptos que le condenaron, ¿se oyeron aquí, en Porriño o Jaén?, ¿ni un eco perdido?... sin duda sus tópicos y matonismo no tienen más pase y su provocación no fue más allá de la peña, pero fueron como esas pintadas salvajotas en extrarradio que solo cuatro gatos ven sin escandalizarse siquiera de acostumbrados que están, aunque si después quiere verle noticia un telediario atizando escandalillo, lo que solo se leía en una tapia de arrabal atiborrada de spray aparece escrito en todos los televisores del país, que son la tapia que cada cual tenemos en la salita, dándole así al pintadogmas una amplitud del mensaje que le lleva a un orgasmo jamás alcanzado ni con la mano boba que le menea el tanganillo. Y si el delito del Hasél se basa precisamente en haberlo hecho público -ya lo berrara o tuiteara o escupiera-, ¿calcularon los jueces que le condenaron que, gracias a ello, la difusión del objeto del delito se multiplicaría por millones (amén de lo que está incendiando la calle), delito que a partir de ahí ya no puede achacarse al condenado, sino únicamente a la ley que lo establece y, por ello, a los magistrados que aplicaron en este caso un inoportuno e innecesario rigorismo logrando crear un monstruo donde solo había un bocadehacha que jamás pasaría de meloncillo o saltapraos?... pues grazie tante.. y pechen políticos y jueces con su culpa y cargos, pues ahora el delito parece solo suyo; y con altavoces... ¿qué busca esa ley con el enaltecedor: acallar o propagar su vileza?, porque después sale hasta en el Times que la España que fusiló a Lorca mete ahora poetas en la cárcel... y eso es como poner a ese imbécil en la senda del Cervantes cuando tiene de poeta lo que usted de capador de monos zurdos al sur de Manaos... y sobre los disturbios, Sócrates lo explica: cabreo confinado y confitado, gimnasio de adoquines y... ¡a falta de bar, buenas son tortas!... pero eso dura lo que les dura dura... igual que todos: odian al padre, pero imitan al abuelo (del 68 el suyo).

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