Diario de León

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Paró aquí anteayer un amigo alicantino con su hijo; volvían de Compostela y al pasar por Ponferrada se detuvieron a cruzarla a lo lento por no conocer la ciudad y lo primero que les llamó la atención fue el culto reiterativo que rinde la capital berciana a todo lo templario y a la caballería militar aquella que detentó su castillo, seña monumental de esta Ponte Ferrata, levantado sobre vieja fortaleza visigoda que antes fue romana, pero antes aún castro astur o celta... la historia siempre viene pisando lo anterior; de hecho, este castillo del  Templo  tampoco es el que vemos hoy tras ser reconstruido, restaurado o ampliado en siglos posteriores hasta ir degenerando de nuevo en ruina a la que ayudaron definitivamente los mastuerzos municipales que en 1923 decidieron hacer algunas voladuras de muros exteriores para adoquinar y edificar cuadras adosadas o despejar todo su patio interior habilitando en él un campo de fútbol que finalmente degeneró en campo de berzas y pasto de ovejas como aún lo conocimos.

Comentó el amigo que buscó en internet la relación de Ponferrada con el viejo invento francés de la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo del Templo de Salomón ( Pauperes Commilitones Christi Templique Salomonici ) y que vio mucha foto de la Noche Templaria (ponferradesa, dijo el pobre) con tipos ataviados de túnicas en remedo teatrero o desfile de antorchas y espaldarazos a nuevos caballeros, quedándose atónito al ver también a «caballeras» (¡lavirgen!) y a críos que consagran de escuderos (dejad que los niños se acerquen a mí), pareciéndole un insulto carnavalero a los caballeros que pretenden honrar, aunque su perplejidad se agigantó ante la estatua ecuestre de un templario en una plaza, un bronce pretencioso y peliculero que traiciona el emblema originario del Temple (dos templarios sobre un mismo caballo como testimonio de pobreza y hermandad). Eso está feo, ahí falta uno, el clave, añadió, y podéis indicarle al alcalde que hagan turnos los concejales en esa grupa para rellenar ese vacío o se cabreará infinito el Gran Maestre en su tumba.

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