Diario de León

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Vienen economías agitadas y vienen despoblamientos (que serán imparables, dígase lo que se diga y por más que prometan cebada al rabo de una ruralidad que es burro moribundo harto de campos y acarreos). Viene otro tiempo. Vienen también empresas que tienden a deslocalizar y vienen políticos que localizan el tender, lo mismo que «el globlo tiende a subir y la mujer sube a tender», que decía el viejo chiste que hoy enfada... porque una empresa nunca deja de mirar a cualquier horizonte más barato, mientras que el horizonte de un político queda siempre a una cuarta de sus zapatos; más allá de ahí no ve votantes y prefiere no gobernar a medio o largo plazo; sólo de lo inmediato sacará él sus frutos.

Habló así Peláez tras leer un titular del Congreso sobre Despoblación que alienta este periódico y en el que presidente del Consejo Comarcal del Bierzo planteó que las decisiones que se toman en el terriotrio funcionan mucho mejor , posicionamiento a rebufo de la actual carrerilla por descentralizar en cuyo horizonte aparece siempre algún día el exigir una nueva autonomía, un reconocimiento como nación y, al fondo a la izquierda, el chantaje de una secesión, tarea en la que tiempo ha ofician vascos y catalanes inspirándonos en el asunto. Cuando un territorio, y sólo él, decide lo suyo, siempre salen perdiendo los vecinos en primera instancia y la nación a la postre; los intereses locales no suelen ser muy amigos del interés general. ¿No se aconseja, entonces, el criterio de alguien de fuera ajeno a las presiones particulares o políticas domésticas, un no alineado de razón objetiva y técnica?, porque cree Peláez que hay una empresa global de más de veinte siglos que demuestra que sólo nombrando «decididores» de fuera del bosque o territorio se puede perpetuar tanto tiempo sin mayores quiebras o ruinas: la Iglesia de Roma, que jamás pone al frente de una diócesis a alguien del sitio, un obispo local. Y concluyó: resolveremos mejor los problemas del territorio si ponemos de árbitro a alguien de fuera. Los de aquí pintan demasiado caserillos.

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