Diario de León

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Hay gente que muere huyendo a doscientos por hora del fotógrafo cazabraguetas que llaman paparazzo y hay gente que vive de chupar teleobjetivo como si fuera la tranca de un centauro, felación del famoseo a la poderosa montura que tira del carromato del espectáculo.

Media España (la de Mediaset: la otra media atiende solo a lo ruin y desesperada que se está poniendo esta vida) está mirando con morbo vicioso el lodazal de chismes y mierda del asunto Rocío Carrasco y las tormentas donde naufragaba esta pobre mujer como víctima de un piconavaja y chulito con cátedra en todos los platós y cuchés de los que ha estado viviendo del cuento de contar lo que le conviene a la industria de las cuentas... y a su propia bragueta. De Podemos a Vox no hay mujer ni alma sensible que viendo este espectáculo no se impactara con las confesiones de «la hija de la Más Grande», a la que podría cantarse «la hija de don Juan Alba dicen que quiere meterse a monja», aunque aquí Rociíto cambió el convento por pastillas para despacharse apeándose del mundo que la parió y arrulló solo por ser «hija de» sin más título, obra o habilidades por las que ser noticia, despertar interés o ser ejemplo de nada, mundo a olvidar al no soportar ser diana de un acoso exmarital y mediático que la desquició. Y verla así produce en todo corazón una pena y una solidaridad automática por lo que tiene de víctima injuriada, de modo que la media España mayormente mujer llora con ella y se enfurece, apuntándose a ello también de mil amores (electorales) las dos Españas, las de Irene Montero y Rocío Monasterio, mientras la Tercera España no alineada se levanta del sofá (su escaño parlamentario), va al frigo, saca picoteo y refresco, pone la tele y se sienta en las gradas de este circo donde puede ser juez de la horca con solo voltear la manita del like con su pulgar hacia abajo: que se la corten, sentenciaron. Y en el acto, después de haber creado al monstruo y el negocio de emporcar, Tele5 despidió al exmarido. Toma ética. Mandan al tipo al abucheo, pero el negocio se queda.

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