Diario de León

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T enemos un problema: España no sale del rango de los invertebrados al carecer de una espina dorsal que le permita andar recta y no descuajeringada en desequilibrios. Pero hoy ha descubierto una mágica palabra tan elástica - transversal -, que lo mismo sirve para estirar las ganas que para ceñir el calzoncillo. Y así se dice ahora que la España vaciada podría postularse políticamente si se organiza transversalmente como opción electoral tras ver que la fórmula «Teruel existe» permite el rédito de una minoría clave en el juego de mayorías insuficientes. Sólo así se hará oír: «proletarios del silencio entero, uníos».

Pero Sócrates cree que la aparente unión que siempre brinda el tener un enemigo común podría quedar diluída finalmente en una Babel vaciada , pues al margen de las tres o cuatro cosas graves que puedan unirles, acabará cada cual batallando por su prioridad esencial: lo suyo. Y nos recuerda que hace cien años, en 1921, Ortega y Gasset publicó una obra básica en su pensamiento, «España invertebrada», cuya relectura ayudaría a un mejor diagnóstico de nuestro histórico fenómeno de disgregación que él llama “particularismo”, tanto en su expresión política (con los movimientos separatistas catalán y vasco) como social: “ La esencia del particularismo es que cada grupo deja de sentirse a sí mismo como parte, y en consecuencia deja de compartir los sentimientos de los demás ”.

Llora Ortega en ese libro: “ Después de haber mirado y remirado largamente los diagnósticos que suelen hacerse de la mortal enfermedad padecida por nuestro pueblo, me parece hallar el más cercano a la verdad en la aristofobia u odio a los mejores »... « la rebelión sentimental de las masas, el odio a los mejores y la escasez de estos; he ahí la razón verdadera del gran fracaso hispánico ». Y puesto en práctico, el lúcido y discutido filósofo apunta solución: “ Usando la selección de los mejores como un cincel, hay que ponerse a forjar un nuevo tipo de hombre español ”... pero aquí saltará ahora un rabioso igualitarismo mal entendido... y el antagonismo que nos parió.

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