Diario de León

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Si algo están dejando claro estas dos Cuaresmas que como dos cacetadas de lentejas con cocos nos sirve el destino, es la absoluta ignorancia con la que iniciamos este juego global y mortífero y la ignorancia semiabsoluta en la que aún nadan todos con envites ruines, órdagos a la mayor o sin dejar de darse mus... en fin, paciencia y barajar... «resignación, hijo mío, acepta este castigo que te manda el Cielo, algo malo habrás hecho»... y cabe... o «te castiga la madre Naturaleza», dice el predicador sin sotana... y también cabe... «te morirás por ser tonto y chulo», dice la razón... y no nos entra en la mollera ni untándolo con tocino.

El peor castigo es esta ignorancia de la que no salimos. Los que de esto saben -o deberían saber- saben lo mayor, pero acaban confesando no saber la razón menuda del bicho y sus tretas, si mutará por la derecha o por soleares, aquí o allá... cuanto más le tratan o le miran, menos saben su por qué y su cómo y hasta ahora nadie le ataja o descabella, aunque siempre sale el grito torero ¡dejazme zolo! del visionario que propone descabellos locos o circenses y se enfrenta a la bestia con chistes desde el ambón de la Casa Blanca, con popes desde la Casa Pinta o con hisopo en calderillo de lejía y asperges al sol.

La ignorancia tiene de bueno, sin embargo, que nos ahorra retortijones de conciencia, la certeza del daño. Siempre se dijo que el inteligente sufre más que el tonto y el consciente más que el incosciente. ¿Qué hacer?

«Hay que invertir en inteligencia porque la ignorancia es lo que más caro sale a un país», ha dicho Juan Luis Arsuaga, paleontólogo y director del yacimiento de Atapuerca. ¿Invertirá en inteligentes este país tan ocupado por políticos mediocres? ¿Pagaremos tan cara la ignorancia?...

Tranquilos. No es el caso, España tiene que ser un país inmensamente rico -ironizaba Bismarck-, porque si durante cinco siglos no dejaron de robarla reyes propios y extranjeros y políticos de todo molde y todavía no logran arruinarla... Duerma, pues, este país tranquilo. De mucho peores se salió

 

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