Diario de León

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M aldito tiempo ladrón que nos roba la escasa gente que sabe hablar con las manos la lengua de los colores y de la luz. Maldito tiempo este que te nos ha robado, querido Luis. Pero que sepas, por si te alivia el tránsito, que al apagarse tu aliento, un tropel de nubes atropelladas con ventarrón gallego agrisó en duelo el estallido vitalista de tus vitrales, empezando por aquellos que firmaste en Tuy para que en un interior de capilla reinara siempre un sol roto en colores, sol que aquel clima niega tantos días y que la intensidad de tus vidrios resucita en la en la penumbra claustral de la razón y en la noche oscura del alma... ¿recuerdas aquel repasar el Cántico Espiritual antes de hacer unas vidrieras a las carmelitas descalzas y pobres de la carretera de Asturias porque san Juan de la Cruz tenía que hablarles a través de tus vidrios?... recuerda: En una noche oscura,/con ansias en amores inflamada/¡oh dichosa ventura!/salí sin ser notada,/estando ya mi casa sosegada . Seguro que ves a tus venerables monjitas llorar tu bondad y rezar por ti.

Pero también tu casa-casona está hoy muda, quietos tus ecos en aquel patio solanero y abrigado donde también están rotas tus tres almas femeninas: tu mujer Ángeles y tus hijas Beatriz y Graciela. Pero tu alma y tus trazos perviven en ellas. Ahí tu gran talla menuda será un enorme vacío. Y tu mirada ya no repasará en aquel taller la última obra que trazabas en apuntes y patrones, aunque ahí queda escrito todo lo que viste y traducías , que no fue poco en una intensa y trabajada vida de «artista total» ajeno a sindicatos de artistas picudos y tendencias graciosas. Gracias por tu ejemplo de gran creador sin collar y sin ganas de darse el pote. Hablando tus manos, no hay otra que callarse. Y si tuviste que porfiar con algún cabildo (¿qué artista no?), resolviste el lance con la licencia de colar un canónigo obtuso en el rincón de una vidriera en Vegaquemada, estilo piadoso muy de agradecer en un hoy bronco. Pero no te disguste si te digo, Zurdo, que nunca te irás del todo, jamás... ¿cuántos siglos vivirán en sus muros tus miradas de cristal?...

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