Diario de León

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Ahí lo tienes, báilaló, báilaló, no le quites el mandil, el mandil. Ahí lo pones, ahí lo clavas, ahí lo alzas y agigantas. Y ahí lo predicas como seña identitaria. Venid pastorcillas y ved el  ramo leonés de Navidad  buscando sitio en la ruidosa iluminación y sorda decoración navideña que hoy pendulea entre el lujo y lo infantil haciendo vulgar lo que antes era extraordinario. Ramo leonés. ¿Leonés? A Dios rogando y con el ramo dando: somos diferentes... y aún más con ramoneo.

Un natalicio hace cantar al coro de estos belenes esparcidos por aquí: el ramo gigantón que plantan últimamente en la plaza de Las Cortes ha parido unos cuantos ramos también desproporcionaditos y aparecen este año en algunas plazas y rotondas de la ciudad confirmando que aquello que inventó a lo tonto en 1978 un alegre y atrevido divulgador de lo cazurro quieren ahora hacerlo pasar por seña propia y tradición secular leonesa y exclusiva, cuando el ramo parroquial en el que se inspiró fue o sigue siendo igual de propio en media España y más en nuestros vecinos, cosa de iglesia y jamás de calle o casa. Pero aquel divulgador creyó que se podría hacerse civil ese ritual de ofrecer un ramo navideño en la parroquia de sólo algún pueblo, pues en León esta costumbre religiosa ni fue general ni siquiera sargenta; y así propuso ese ramo como alternativa al abeto nórdico y ritos anglosajones como si fuera un rasgo singular y sólo «nuestro» para que ahora el patriotero tardío quiera ganar con él el aplauso de un pueblo demasiado huérfano de tradiciones y mitos lindos que le hagan dueño de historias halconas o peregrinas. Y otra vez una tradición es ahijada de la invención. Ocurre, sin embargo, que el ramo original que inspiró la broma y estas copias pintureras de hoy se parecen como un lápiz a un tornillo. Los hay de tal atrevido horterismo, que tientan al Cielo pidiendo un Herodes severo. ¡Cuánto delirio marujito e infantiloide! Pero como así es el pueblo que lo reinventa, digáse ya  tradición popular , mientras aquel ingenuo divulgador vuelve a pedir perdón aquí por su osadía. Era broma.

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