Diario de León

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Se les está dando una importancia que jamás habrían alcanzado vistiendo uniforme militar y nunca hoy merecen vistiendo chándal de jubileta cebolleta y tormentillas. Vale ya de escandalera para esos militares en la reserva (o en la crianza; a saber qué coños de vino inspira su pedo de artillero) que mandan cartas al rey tentándole a cuartelada o chatean pidiendo fusilar a la mitad de los españoles (de ir a la guerra, guerra sin prisioneros, sí señor, paredón al canto; y en un pispás, las colas del paro, medio arregladas). Y aunque la ministra, el jefe del Estado Mayor, Odón Elorza en diatriba parlamentaria, incluso Pablo Casado en modo civil o la catarata de opinión escrita les han dado con la badila en los nudillos, deben estar eufóricos con su ridícula hazañita epistolar y sus minutos de gloria; y aún más dichosos con que Vox les suscriba, lo subraye y lo difunda invitándoles a su hangar, donde les darán alas nuevas a sus hombreras y gorraplatos (de oro y brillantes; lo piden estos homenajes a jubilados ilustres, que los firmantes van de militares retirados de una promoción de la Academia del Aire, usando la mitad sus rangos militares sin tener ya derecho a ello).

El rotundo punto sobre sus íes de relincho se lo puso ayer el hijo del coronel Juan Romero que citaban en su carta al Rey, asesinado por Eta en 1993; dice su hijo: “ No parece que exista valentía alguna en sus acciones: dan la cara porque nada tienen que perder. Patriotismo de sofá, café y puro, si me permiten. Varios de ellos colgaron el uniforme hace décadas para ser pilotos de Iberia o hace muchos años que los abandonaron por sueldos y condiciones infinitamente mejores que las que tenían en el Ejército del Aire. Allá cada cual con sus lealtade s». « ¿Todo por la pasta? ”, concluye.

En España, antes, el coronel ocioso y cabreado por ahorcarle el pito doble al dominó, te montaba un golpe de estado. Y la manía sigue. Hoy quieren ver el pito doble en la pija de Sánchez e Iglesias puestas en la misma ficha y urden el dar una hostión en la mesa que rompa la partida para seguir ganando. Manías de cebolleta. Eso es todo. Callemos ya.

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