Diario de León

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Como un gigantesco tsunami que arrasa con todo lo que le sale al paso, la pandemia del Covid-19 ha retirado de escena todo aquello que apenas hace un mes ocupaba el primer plano de la actualidad. Tal es el estado de conmoción en que andamos sumidos que, para bien o para mal, no hemos vuelto a tener noticia sobre esos acuciantes problemas que hasta bien reciente hacían correr ríos de tinta impresa y daban pie a incontables horas de opinión a cargo de los todólogos de plantilla en las tertulias radiofónicas y televisivas.

A tal punto de que, como si hubieran pasado décadas, podemos aplicar el retrospectivo «¿qué fue de…» a infinidad de esos asuntos. Es el caso de todo lo relacionado con la cuestión (vamos a llamarla así) catalana. ¿Qué fue de la tortuosa mesa de negociación constituida entre el gobierno de España y la Generalitat? ¿Y de Oriol Junqueras y demás mártires del procés a los que hace un mes dejamos disfrutando de sus primeros permisos penitenciarios? ¿Qué fue de Puigdemont, que tampoco ha vuelto a decir esta boca es mía?

¿Se acuerda alguien de la tormenta política y mediática que desencadenó el ‘Delcygate’, como se llegó a denominar el intrigante encuentro mantenido en el aeropuerto de Barajas entre la vicepresidenta venezolana y el ministro Ábalos? Del caso, ya en origen pelín sobredimensionado, nunca más se supo ni seguramente se sabrá. ¿Y en qué quedaron las masivas tractoradas protagonizadas por los agricultores y ganaderos en demanda de unos precios mínimos siquiera para poder costes? Lo único que se sabe es que, como sector esencial y primer eslabón de la cadena alimentaria, siguen trabajando calladamente para que sus productos no falten en nuestra dieta diaria.

Y así podríamos seguir con otros asuntos polémicos que, vistos desde la actual perspectiva, tendríamos que calificar casi como grotescos, como fue la absurda polémica desatada por el ‘pin parental’ o porque el Consejo de Ministros pasara a reunirse los martes en lugar de los viernes.

Si descendemos al nivel autonómico podríamos preguntarnos que fue, con la que está cayendo sobre el heroico personal sanitario, del plan piloto iniciado en Aliste para reformar la atención primaria en Castilla y León. ¿Y qué decir del goteo de mociones leonesistas interrumpido tras la declaración del estado de alarma? Y si trascendemos las fronteras nacionales, ¿qué fue del Brexit? ¿Y de los refugiados huidos de Siria? Habrá estupideces que sucumbirán con la pandemia. Pero no nos hagamos ilusiones. Los problemas olvidados en falso reaparecerán, como el dinosaurio de Monterroso, tan pronto despertemos de esta pesadilla y nos demos de bruces con la «normalidad» que nos espera.

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