Diario de León

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Vista la endiablada aritmética parlamentaria resultante del 13-F, la tarea de investir presidente de la Junta no se presentaba nada fácil. A tenor de sus posiciones iniciales, de no dar su brazo a torcer ninguno de los tres partidos determinantes, PP, Vox y PSOE, el bloqueo podía persistir hasta el extremo provocar una repetición electoral.

Ese era el panorama hasta el pasado jueves, día en el que Isabel Díaz Ayuso y Pablo Casado iniciaron una reyerta pública que ha sumido a dirigentes, cuadros, afiliados y votantes del partido en una traumática convulsión interna. Una crisis de tal calibre que ha alterado el tablero sobre el que el presidente en funciones y candidato a la investidura, Alfonso Fernández Mañueco, iniciaba ayer los contactos con el resto de las fuerzas parlamentarias.

El riesgo de una indeseable repetición electoral puede darse ahora por descartado, puesto que supondría una auténtica catástrofe para el PP, cuyo presidente autonómico lógicamente no va hacerse el ‘harakiri’. Simultáneamente, la extrema debilidad política de Pablo Casado desactiva la interferencia de Génova en la decisión a tomar por Mañueco, quien pasa a tener la última palabra.

El veto de Casado a un gobierno de coalición PP-Vox ha dejado de ser vinculante para el presidente en funciones y de hecho esa una de las dos alternativas garantizan la investidura. Crecido por la deriva suicida del PP, Santiago Abascal no se va a apear de su exigencia de que Vox entre en la Junta en la misma proporción que lo hizo Ciudadanos en la legislatura truncada.

La única alternativa que propiciaría un gobierno monocolor Mañueco pasaría por una abstención negociada con el PSOE sobre la base de un acuerdo compartido de mínimos que deje a Vox fuera de la ecuación, tal como han preconizado los alcaldes socialistas de Valladolid y León. Se trataría de una especie de sucedáneo de Pacto de Legislatura. Pero esta opción se ha desvanecido tras el tenso encuentro mantenido ayer entre Tudanca y el presidente.

Los vientos soplan a favor de un gobierno PP-Vox. Y si Mañueco está decidido a aceptarlo, sería de agradecer que cerrara el acuerdo de inmediato. Urge más que nunca constituir un nuevo gobierno que dote cuanto antes a la Junta de unos nuevos Presupuestos imprescindibles para no perder el tren de la recuperación económica.

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