Diario de León
Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

De siete en siete | rafael monje

La escala de valores de la llamada sociedad moderna, lejos de primar las virtudes que la hacen merecedora de calificativos como inteligente, humana e intelect ual, sigue por lo que se ve en la senda equivocada. Se valora más el tener que el ser y, lamentablemente, es lo que, en términos generales, inculcamos a quienes conforman las nuevas generaciones, las que supuestamente son las mejor preparadas de la historia en todos los campos del saber. Algo mal debemos estar haciendo cuando funcionamos como colectividad mercantil y consumista, en la que el dinero es el primer y único símbolo del éxito. El dinero es poder y manda. Nos atenaza tanto que no somos conscientes de su cruel dominio y sometimiento. El dinero está detrás de casi todas las batallas más encarnizadas del Planeta, es la principal causa del descrédito de los partidos políticos (ver los crecientes casos de corrupción) y es la vara que mide el fracaso, la hipocresía y la envidia. Los ricos son felices porque la gente les envidia, no porque necesiten un Mercedes. Necesitamos una verdadera revolución cultural, desde la propia concepción educativa de los hijos a la forma de gobernar por la que ahora se rigen la inmensa mayoría de los gobiernos. Estamos pues ante un reto esencial, que no es otro que tratar de cambiar desde la educación esa escala de valores sustentada en el ansia por lo material. La motivación, la ilusión, la enseñanza del valor por el trabajo y el esfuerzo son los caminos adecuados, no los atajos que de una manera quimérica nos impone la sociedad de consumo. Hay que pensar con la realidad de la vida, no con la fantasía de la vida, porque si no llegaremos por el camino más corto a la infelicidad, ese estado anímico en el que creemos que sólo el dinero es la solución a todos nuestros males. Hay mucho por hacer y, sin duda, la escuela, la universidad y los medios de comunicación son parte fundamental para iniciar esa revolución cultual, en la que los propios padres debemos ser actores ineludibles. ¿Quién habla por ejemplo del trabajo de un científico? En la televisión se habla y mucho del tobillo de Cristiano Ronaldo, de la lesión muscular de Messi o de lo que ganan al año uno y otro. No interesa el mérito cosechado por ese catedrático de Matemáticas de León que ha llegado a lo más alto a pesar de que su padre no llegaba a fin de mes. Aquí parece que sólo «vende» el éxito fulminante, el dinero fácil y la vida glamorosa de cuatro personajes del tres al cuarto. Mientras, decenas de investigadores, a quienes todos les debe mos de un modo u otro la curación de enfermedades y los más avanzados tratamientos paliativos, desarrollan su trabajo en precario, pendientes de la subvención anual de turno.

tracking