Diario de León
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En el filo | antonio casado

El presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero presentó este miércoles ante el Parlamento Europeo la hoja de ruta de su presidencia rotatoria de la Unión Europea. Si no hubiera sido por el caótico debate posterior, con unos eurodiputados dispersos a los que les costó mantenerse concentrados en el juego de preguntas y réplicas, podríamos decir que la intervención del presidente del Gobierno fue un éxito de crítica y público.

Reapareció el zapaterismo fundacional. Esta vez a escala europea, asociado a propuestas como el coche eléctrico, la cruzada contra los malos tratos a la mujer, el pacto social y una política contra la crisis que no deje a nadie en la cuneta. Marca de la casa. Debidamente mezclado con las obligadas apelaciones a los espacios comunes -”digital, educativo, energético, medioambiental, etcétera-”, dio un resultado aceptable. Salió del paso y cosechó unos nutridos aplausos al final del discurso, cuando el aforo del hemiciclo aún presentaba un buen nivel de asistencia. El voluntarismo insobornable del presidetne del ejecutivo, junto a su acreditada tendencia al camuflaje semántico, también formaron parte de su intervención ante los eurodiputados. Por ejemplo, cuando pidió que Europa debe apostar por sí misma. O al anunciar que el Tratado de Lisboa, piadosa alternativa al gatillazo de la Constitución Europea, logrará que los ciudadanos se sientan cada vez más cerca de la Unión.

Si reparamos en los abandonos del escaño y la falta de atención mostrada por los eurodiputados durante el debate que siguió a la exposición inicial, uno ha de ser inevitablemente pesimista respecto al futuro de Europa y las políticas comunes que necesita si quiere jugar su papel de potencia regional en el siglo XXI.

En el terreno institucional, el presidente Zapatero reiteró su voluntad de colaborar lealmente con las dos presidencias permanentes de la Unión Europea, la del Consejo y la de la Comisión Europea, así como con la alta representante para la política exterior. Todo ello en el marco de una «gobernanza seria y exigente». Como no podía ser de otro modo. La verdad es que Zapatero sistematizó muy bien su intervención, muy condicionada por la crisis económica, «la más grave en 80 años». Una intervención articulada en cuatro grandes capítulos: energía, educación, tecnologías de la información y economía sostenible. Sin embargo, todo puede quedar reducido a su propuesta de orden europeo para mujeres maltratadas, el padrinazgo industrial del coche eléctrico y la propuesta de entendimiento empresarios-sindicatos al modo del «diálogo social» español.

Pero el modo español sigue tan enredado como siempre, en términos de confrontación entre el titular del Gobierno y el aspirante. También el líder del Partido Popular, Mariano Rajoy, presentó hace unos días, y en esa clave, su particular hoja de ruta de la presidencia europea. A saber: que las fotos de Rodríguez Zapatero con los líderes europeos no le eximen de su obligación de gobernar en España.

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