De cigarras y de hormigas

Cuando éramos niños nos contaban cuentos con moraleja, también les llamaban fábulas. Una de las más ilustrativas, se refería a las industriosas hormigas y las frívolas cigarras, mientras aquéllas se dedicaban a trabajar incansablemente, éstas se dedicaban a la farra, la jota y el oropel de la forma más despreocupada.

Entonces, nos enseñaron que el cuento terminaba bien para la hormiga y fatal para la cigarra, la moraleja que nuestros mayores querían que extrajéramos del cuento era que la gente que se afanaba y se dedicaba a trabajar honradamente conseguía triunfar en la vida; mientras que, los que se dedicaban a mangarla, al final acababan pasándolo muy mal.

Hoy, en estos tiempos de revisionismo moral, donde la simpleza intelectual está a la orden del día y lo único que parece preocupar a los opinantes es ser políticamente correctos, parece que corren mejores tiempos para las irresponsables cigarras que para las laboriosas hormigas.

Así podemos ver día tras día, como las cigarras desfilan ataviadas con sus mejores galas por alfombras rojas y verdes, como son agasajadas por nuestros líderes planetarios, como se buscan fórmulas para que sus rimbombantes modos de vida no decaigan: Que la gente no va a los cines o a los conciertos porque las subvencionadas cigarras les aburren soberanamente con sus soporíferas obras, no pasa nada, nos inventamos un canon, una tasa, una exacción, una multa, lo que sea, pero que la cigarra pueda seguir adulando con sus cantos al poder, que sigan por infames programas televisivos aireando sus miserias a cambio del vil metal.

Y mientras, qué pasa con la ajetreada hormiga, pues pasa que con su ímprobo esfuerzo diario apenas consigue llenar las despensas del hormiguero, pasa que entre subidas de impuestos, tasas, cánones, exacciones y multas, a duras penas logra subsistir, pasa que se siente acosada, ofendida, humillada, pasa que nadie parece reconocerle su esfuerzo a pesar de que todos viven del mismo.

Pero, sobre todo, pasa que la resentida y vengativa cigarra quiere darle la vuelta a la historia ancestral y, no contenta con vivir a todo trapo a costa de las atribuladas hormigas, pretende la clausura del milenario hormiguero so pretexto de que carece de licencia ambiental. Tócate los huevos.

Roberto E. Fernández Álvarez. matachana