Diario de León

AL DÍA | FERMÍN BOCOS

Bailando con su enemigo

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Todos hablan ya de un pacto, incluso quienes no creen en él. Hasta hace bien p oco, concretamente hasta el 30 de diciembre, el presidente Zapatero aseguraba que no podía pactar con el PP un plan o programa capaz de facilitar una solución para la grave crisis económica que padece España. ¿Por qué? Porque -según dijo en respuesta a una pregunta- se lo impedía su «ideología». Mes y medio después, antes de ayer, en un mitin celebrado en Málaga, el mismo Zapatero conminaba a Mariano Rajoy a pactar: «No le pido que apoye al Gobierno, sino que apoye a Este país. Se lo pido y se lo ofrezco», remató. ¿En qué quedamos? O mejor dicho, ¿con qué Zapatero nos quedamos? ¿Con el que no podía pactar por razones «ideológicas» o con el del domingo en Málaga que parece otro, fruto, tal vez, de la lectura -y del cálculo- de lo que dicen los sondeos acerca del pacto que reclaman la mayoría de los ciudadanos? Tratándose de Zapatero, los dos son válidos. En el mes de diciembre ganaba tiempo, y ahora, planteando exactamente lo contrario, también quiere ganar tiempo. El tiempo en política lo es todo.

Como bien sabe, también, Mariano Rajoy ha pasado de invitar a los diputados socialistas a que repasen las biografías de Tony Blair y de Gordon Brown para ver si les inspiran algo y dan el paso para sustituir a ZP al frente del PSOE a decir que si le llaman de La Moncloa acudirá. De mala gana, pero acudirá; porque, digámoslo todo, también Rajoy quiere ganar tiempo y no está por la labor de sacarle las castañas del fuego a un Zapatero que, si la cosa saliera medio bien, se apresuraría a apuntarse el tanto apuñalando a quienes le presten ahora un caballo para cruzar el río desbordado en el que está atrapado. Mala pinta y peor futuro promete eso del pacto, por otra parte tan necesario. España, sigue siendo diferente.

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