Las procesiones están en la calle
Crónicas bercianas a. calvo
El lambrión chupacandiles ya ha recorrido las calles de la ciudad. El pregón ya se ha dicho y los tambores y las cornetas ya ha comenzado a sonar. Ya es Semana Santa en Ponferrada. Además, el tiempo acompaña. Los bares han sacado las terrazas a la calle y los ponferradinos se toman sus cañas y sus vinos al sol a la espera de que pasen los nazarenos. Ya queda menos para las procesiones y también para las vacaciones.
Otra procesión, otro rum-rum es el que hay en la calle con lo de si llega el AVE o si no llega. El pregonero de la Pasión ponferradina, el director de Minas de Xunta, Ángel Tahoces, «un ponferradino de pro» como dijo el alcalde, valoró ayer la Semana Santa de la capital berciana. Se deshizo en halagos y buscó en las raíces más profundas de lo que ya es una acto cultural y tradicional y que se ha convertido en un reclamo para los turistas. La mejora de los lazos, económicos y culturales, entre Galicia y el Bierzo se pusieron también sobre la mesa. Y ahí vuelve a resurgir el AVE, porque si no pasa por el Bierzo, las tierras gallegas también verán cómo repercute que la alta velocidad tan sólo se reduzca a un corredor. Compromiso, implicación, apoyo y trabajo fueron brindados desde Galicia para conseguir que la comarca no se quede aislada sin el tren.
El alcalde Carlos López Riesco continúa hoy con su ronda de contactos para hacer más fuerte el frente social que ha promovido para exigir al Ministerio de Fomento que cumpla con su compromiso, que no se modifique el Plan Estratégico de Infraestructuras y Transportes y que la falta de presupuesto que alegan desde Madrid no sirva de excusa para que la alta velocidad ni siquiera pase de largo del Bierzo.
El tren, de mercancías y de pasajeros, porque ahora, con el buen tiempo, se convierten en turistas potenciales. En visitantes que ya han comenzado a realizar las reservas en los hoteles ponferradinos para disfrutar de las procesiones, de los pasos y de las tradiciones. Las puertas de la representación de la Pasión que expone Macario en el Museo de las Cofradías es buena muestra de ello, con el Cristo sangrante, el que resucita y los que mueven la cabeza.
Lo mejor de la Semana Santa, capaz de convertir a ciudades en verdaderos centros del peregrinaje turístico, es que es la verdadera antesala del verano. Del calor, calor, del adiós a las lluvias que este año han estado muy bien acompañadas por grandes dosis de nieve, viento y ciclogénesis. Es la época en la que se empieza a decir adiós a los esquíes y a los abrigos y cuando los bañadores y los bikinis empiezan a pedir a gritos salir del armario.