Diario de León
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Carta de un berciano al presidente

Señor presidente: Por la presente me dirijo a usted, no sin antes dar unas pinceladas descriptivas del que suscribe, o sea yo. Tengo 39 años, nací en Ponferrada, hijo y nieto de mineros. Soy ingeniero técnico de Minas con una experiencia de más de catorce años, tanto en ejecución de obras civiles lineales como en explotación de minería a cielo abierto; como puede observarse estoy ahora en lo mejor de mi vida productiva. Después de más de nueve años desempeñando mi profesión a lo largo y ancho del territorio nacional decido, debido a la cada vez menor licitación en obra civil y a la gran disponibilidad que ofrecía dicho puesto, a apostar por asentarme en Ponferrada y desempeñar mi función como responsable de perforación y voladura en la Gran Corta de Fabero, una de las mayores explotaciones de carbón a cielo abierto del país. Como dije anteriormente, estaría en lo mejor de mi vida productiva, pero resulta que las centrales eléctricas no están quemando carbón y el carbón que extraemos, que es de todos, se encuentra en grandes acopios sin que nadie lo pague, razón más que suficiente para que mi empleador haya decidido no pagar la nómina de este mes, ni a mí ni a otros muchos empleados. Nos encontramos pues entre la espada y la pared: ¿salimos a las calles a hacer ruido?, ¿esperamos que nos despida el empresario y pasemos a cobrar el paro? Un futuro incierto, desde luego. Pero, si tenemos que hacer ruido, lo haremos y seremos escuchados, vaya que si seremos escuchados.

Salvador Pérez Pérez. Ponferrada

Las lágrimas impiden ver las estrellas

Si lloras por haber perdido el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas». Hermosa frase o aforismo de Rabindranath Tagore, que nos mueve un poco a la reflexión.

Creo que un pesimismo general, o una cierta melancolía, mueve a la mayoría de los jóvenes en la actualidad. La niñez dio paso a una adolescencia agitada, sin una orientación adecuada en la mayoría de los casos, que ha desembocado en una juventud llena de contradicciones.

El joven se ha puesto a «analizar» el mundo en que vive, y lo ha encontrado lleno de injusticias, de falsas verdades, de egoísmos particulares, y entonces ha reaccionado con la crítica y la violencia.

Pero criticar es fácil, toda teoría, toda organización, todas las personas, tienen puntos débiles por los que se les puede atacar. Una crítica destructiva es la más sencilla, puesto que nada ni nadie es perfecto.

Lo difícil es criticar, sí, pero apuntando nuevas soluciones, no limitándose a poner al descubierto lo que está mal.

Lo difícil es ser justo en esta crítica. Es saber realmente hasta dónde llega el fondo de aquello a lo que se critica, sin dejarse llevar por corrientes sensacionalistas o por la exaltación de los primeros momentos.

Lo difícil es reflexionar serenamente. Valorar también el esfuerzo, el trabajo de aquel hombre o de aquellos hombres que iniciaron eso que tan fácilmente se tira abajo, al menos de palabra, con una crítica, porque acaso en su momento, también creyeron que era perfecto.

Pero no hay que abandonarse al pesimismo, no hay que limitarse a la lamentación. ¿Qué hubiera sido de los grandes hombres y mujeres de la Historia si el primer fracaso los hubiera vencido?.

La vida es dura, la vida es una lucha continua en la que sólo triunfa el que sabe seguir adelante a pesar de las dificultades.

No nos dejemos, pues, vencer por la apatía. No seamos una humanidad triste. Aún tenemos muchos ideales que pueden ser realidad. No nos limitemos a llorar por nuestros errores, o por errores pasados. Esperemos, aunque sea una frase muy repetida: «un mañana mejor», con ánimo, con fe y alegría. Para que cuando nuestros hijos se hagan hombres, aprendan de nosotros que las lágrimas impiden ver las estrellas.

Alfonso del Río. Astorga

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