Diario de León
Publicado por
RAFAEL TORRES
León

Creado:

Actualizado:

Una patética y conmovedora plegaria fenicia, mencionada por Kipling en uno de sus cuentos y restaurada en toda su belleza por Borges, decía: «Dioses, no me juzguéis como un dios/ sino como un hombre/ a quien ha destrozado el mar». La entonaban los marinos, allá por el siglo I, cuando sus naves zozobraban y estaban a punto de hundirse, cuando, en pocas palabras, cualquiera de aquellos hombres que tejieron una refinada red de cultura y comercio en nuestras costas, veía inminente su comparecencia ante el postrero y más Alto Tribunal. Pues bien; salvando las distancias, enormes ciertamente, algo parecido musitó anteayer el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, al reconocer por primera vez, realista y humilde como nunca, que las cosas van de mal en peor.

Zapatero vino a rogar no a los dioses, sino a los electores, que no le juzguen mañana, o pasado mañana a más tardar, como un dios, pese a que él, como sus antecesores Aznar y González, iba de dios por la vida en este país donde una gorra de plato infunde al que se la encasqueta aires de capitán general. El, el hombre capaz de percibir la ruina en términos de inapreciable desaceleración del crecimiento económico, y de ver brotes verdes en los troncos calcinados, se halla, y parece empezar a darse cuenta, ante los abismos insondables del mar. Lástima que hasta ese instante, mientras todo naufragaba aparatosamente a su alrededor y cinco millones de marinos se quedaban sin remo ni agua que arar, el tío, imbuido de su infalibilidad, no tuvo una palabra afectiva de aliento, y mucho menos un amago de autocrítica, en medio de la tempestad. Pudo, cuando aún podía, bajar de su cielo, remangarse la camisa y decirle a la gente: «Señores, ésto se va a la mierda. Voy a hacer lo que pueda, les invito a resistir». Por el contrario, cual charlatán de feria, repitió hasta la saciedad, estirado y campanudo, que él tenía la solución, el específico, el bálsamo de Fierabrás.

El otro día le oímos entonar su plegaria fenicia: «Dioses, no me juzguéis como un dios/ sino como un hombre/ a quien ha destrozado el mar». Pero el mar es él.

tracking