Diario de León

TRIBUNA

Wikileaks: matar al mensajero

Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

E n vez de escandalizarnos por la barbarie que descubren los papeles de wikileaks, nos escandalizamos por el hecho de que se den a conocer. Es como la leyenda aquella que cuenta que en un remoto imperio, el emperador cada vez que r ecibía un mensajero proveniente de los confines de sus dominios, si este le traía una mala noticia lo hacía matar de inmediato. De esta manera, confundiendo el mensaje con el mensajero, logró que nadie se atreviera a decir lo que realmente pasaba.

Wikileaks cumple actualmente la función que tendrían que hacer los mensajeros contemporáneos, cubriendo los huecos que dejan los grandes medios de comunicación. Como analiza la periodista Amy Goodman, la directora norteamericana del famoso programa Democracy Now!, es en los medios de comunicación donde tenemos posibilidad de establecer un debate con los demás. No podemos saber todo individualmente. Lo hacemos a través de los medios de comunicación. Por eso necesitamos medios que cubran lo que sucede en el nivel del poder, no que encubran al poder. Necesitamos medios que sean el cuarto poder, y no parte del poder del Estado. Sin embargo, con más canales que nunca, la falta de diversidad de opinión es estremecedora. La libertad de prensa está consagrada internacionalmente, sin embargo nuestros medios actúan en gran medida como megáfono de quienes están en el poder, que amplifican una y otra vez los mismos mensajes.

En casi todos los rincones del planeta se manejan las mismas informaciones, se ven las mismas películas, se imponen las mismas modas, se escuchan las mismas canciones y se soportan los mismos anuncios publicitarios. Imágenes uniformes en mil millones de pantallas de televisión alimentan la misma nostalgia a orillas del Amur, el Changjiang, el Amazonas, el Ganges, La Cabrera y el Nilo. Pero no nos engañemos. Esas miles de imágenes transmiten un mismo mensaje, un mismo pensamiento. No ofrecen más información, ni más libertad, sino un control más sutil y monocolor. Los medios de comunicación de la era electrónica están imponiendo la adoración unánime de los valores de la sociedad neoliberal.

En el reino de los grandes imperios mediáticos ya no se pone el sol. Hollywwod proporciona el combustible esencial. Las canciones de Madonna y Michael Jackson son el muecín del nuevo orden mundial. Sus imágenes dominan los sueños, y los sueños determinan las acciones. Es la colonización Disney de la cultura global.

El dominio que Estados Unidos ejerce sobre el mundo no se funda exclusivamente en su poder militar y económico, sino también en su capacidad de persuasión. Mediante la incorporación al imaginario colectivo de sus modelos culturales, el imperio se instala imperceptiblemente en los cerebros igualando deseos y valores. Tanto quienes son «colonizados» como quienes «colonizan» saben que la relación de dominación no está fundada solamente en la supremacía de la fuerza. Pasado el tiempo de la conquista, llega la hora del control de los espíritus. El dominio es más completo en la medida en que el dominado es inconsciente de serlo. Razón por la cual, a largo plazo, para todo imperio que quiera perdurar, el gran desafío consiste en domesticar las almas.

Por eso , como en la leyenda, molesta tanto que alguien independiente destape el «engranaje», el «enjuage» que se traen entre manos los poderosos. Porque saca a la luz pública, da a conocer la realidad que se trataba de ocultar y son muchos los que quieren eliminar al mensajero. Supongan por un momento que se hubieran sacado a la luz miles de documentos, del Gobierno venezolano, el cubano o el chino, que probaban sus acciones de espionaje a las delegaciones de la ONU o a mandatarios norteamericanos, españoles, alemanes, franceses, o ingleses. ¿Alguien, de verdad, cree que a estas alturas se estaría discutiendo sobre la legalidad o no de las filtraciones o sobre los «gravísimos» problemas causados a la seguridad internacional? De ahí que el gobierno de EEUU, «siempre tan coherente», ataque al mensajero para que todo el mundo se olvide del mensaje. Resulta que el enemigo es Wikileaks, particularmente Julian Assange -”su figura más visible-”, pero ni una disculpa, ni una dimisión, ni un proceso judicial por los «excesos» de la diplomacia norteamericana, ni por la práctica de la tortura en los territorios ocupados, ni por los pagos a los contratistas privados que disparan a la multitud cuando están de mal humor, ni por las mentiras que han divulgado para justificar las guerras que desangran a Iraq, Afganistán y Yemen -”país que, ahora sabemos, también forma parte del teatro de operaciones de los EEUU.

Wikileaks comenzó el domingo día 28 de noviembre la filtración de más de 250.000 informes de las oficinas diplomáticas de Estados Unidos en el mundo.  El golpe es demoledor para la política imperial norteamericana, que había aprendido a convivir con los medios tradicionales, domesticándolos. Ahora estos saben que tienen que adaptarse a la nueva era, la del ciberespacio, con sus millones de fuentes autónomas de información, que han resultado ser una amenaza decisiva a la capacidad de silenciar en la que se ha fundado siempre la dominación.

No podemos permitir la destrucción de la democracia acostumbrándonos al silencio y la desinformación. No podemos ser cómplices silenciosos. No hay democracia sin información, sin verdad, sin miedo. Las futuras generaciones merecen un mundo en libertad, no secuestrado por la mordaza del control imperial. Por eso debemos alegrarnos y valorar el desvelamiento de lo oculto que ha protagonizado un pequeño grupo de periodistas e informáticos, utilizando hábilmente las nuevas tecnologías y maniobrando en las redes sociales y en las aguas turbias de la comunicación transnacional, poniendo en jaque a la mayor superpotencia del mundo y a su super-”ejército ciberespacial, con un presupuesto multimillonario y una abrumadora campaña de espionaje cibe rnético para imponer en todo el mundo, con el pretexto de la ciberseguridad, una nueva mordaza mental.

tracking