Las fronteras del alcohol

Algo va mal en nuestra sociedad cuando con cada estadística que se publica se concreta un fracaso. Un reportaje que publica hoy este periódico revela que más de medio millar de leoneses acuden a rehabilitación por alcoholismo. El drama que se intuye en el titular se confirma en los detalles -”cada vez son más jóvenes, es más frecuente el perfil de bebedores de fin de semana y aumenta el número de los que además consumen otras drogas-” y en las cifras: la media de edad de las personas dependientes del alcohol que intentan reconducirse oscila entre los 25 y los 35 años y la de inicio en el consumo se sitúa en los 13 años. Drama que se añade al drama. Estamos ante un problema muy serio que, por supuesto, tiene que ver con la educación en todos los ámbitos, pero sobre todo en casa, y con una cierta conducción social hacia esos hábitos. Social y económica, porque en pleno boom de la construcción muchos jóvenes dejaron las aulas y se abrigaron al calor del ladrillo. Ahora que ese sector está hundido, engrosan las listas del Inem. Un 51% de los que abandonaron los estudios están en paro, que afecta al 43% de los jóvenes españoles. A la vista de esta situación y aquellas cifras parace incuestionable una relación entre esa desesperanza y aquel drama. Pero su fracaso es también nuestro fracaso. El de todos.