Diario de León
Publicado por
CÉSAR CHAMORRO
León

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Quién le iba a decir a José Padilla cuando compuso ese famoso pasodoble allá a principios del siglo pasado que iba a servir de hilo conductor para una columna a este que suscribe. Y es que el ritmo nos sigue haciendo llegar hasta nuestros oídos una letra en la que se repite lo de «Pisa morena, pisa con garbo, que un relicario, etcétera». Ahora lo de Pisa, en lugar de evocarnos a tan castizo y olvidado pasodoble, cada vez que lo oímos nos induce a pensar en el informe de la calidad de la educación en los países desarrollados. Y ahí no pisamos con garbo precisamente, ni siquiera nos podemos hacer un relicario donde guardar ningún recuerdo de tiempo mejor, ni de presente halagüeño ni de futuro esperanzador (disculpas por el pareado). España sigue estando a la cola, no ya de tantas cosas, sino de lo que es peor: de la educación, es decir, de los cimientos del futuro. Y eso sí que es estremecedor. El último informe Pisa nos sitúa en el puesto 26 de 34 países.

Lo que no obsta, es cortapisa, obstáculo, impedimento, ni valladar (¿sabrán algo de sinónimos nuestros jóvenes?) para que haya algún rayo de luz en la tiniebla. La lucecita (radionovela de tantos recuerdos para nostálgicos) aparece en la comunidad de Castilla y León, con unos datos mejores que en el resto de los pseudoestados federales la nación discutible y discutida, y con un centro de nuestra capital, el Instituto de Educación Secundaria Lancia, que se convirtió recientemente en el primer centro docente público de la provincia y de los pocos de España que alcanza la distinción de Bachillerato Internacional.

En el colegio se hace especial incidencia en seis asignaturas, Lengua Materna, Lengua Extranjera, Historia y Economía, Física y Química, Matemáticas y una asignatura optativa más que puede ser Arte o la ampliación de alguna de las anteriores. Su ratio de alumnos por profesor está por debajo de nueve. Estos datos nos podrían mover a la esperanza pero no es así. Este instituto es, como siempre, nuestra vergüenza, porque ya lo dijo Ortega y Gasset refiriéndose al premio Nobel Santiago Ramón y Cajal: lejos de ser un orgullo debemos de considerarlo una vergüenza porque es una excepción. Pues lo mismo.

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