Diario de León

LEÓN EN VERSO

El señor carbón

León

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El señor carbón ha pedido medidas al sastre para adecuar su imagen a los nuevos tiempos; se le ha visto salir maqueado de la mina, nada que ver con aquella funesta y harapienta sombra que dejaron en las cunetas las estrategias de la semana fantástica de Industria, aquellas que hicieron creer a los mortales que bastaría con un clic cada mañana en el interruptor del sol para encender la luz, poner el lavaplatos y templar café en el microondas. Vaya fábula. La temática de la energía quema desde que la naturaleza acabó con el mito de la seguridad atómica y las postales bucólicas de tiestos y margaritas sobre las chimeneas nucleares y cervatillos que pastan al lado de la fusión del núcleo. Los políticos sueñan con que el diablo se lleve las audiotecas que inmortalizan retratos inconfesables sobre el carbón -y con ellas, sobre todo lo que se mueve en su entorno: el trabajo del minero, el sueldo para ganarse la vida, el pueblo del norte de León, el valle que no tiene disyuntiva entre la mina o morir, no vaya a ser que se recuerde ahora lo que salió en octubre por esa boquita- con la misma pasión que desean ver bajo siete llaves y siete mares aquellos versos de cuna a la energía nuclear y cantos de barra brava a la mina y al minero.

Se disimula el «pa qué hablaría yo» mientras humea Japón y tiembla la bola terráquea. Y el carbón, el carbón leonés, se acicala para un volver a empezar tras levantarse como Lázaro y regresar de la cena con el Hades; vio pasar su funeral con la resistencia heroica de los mineros alentados por la urgencia de un futuro para sus hijos y el aliento de paisanos que no saben que es rendirse. Y ahí está, en pie, a la espera de que llamen a su puerta para renegociar el contrato que le reconoce al negro mineral de las vetas de Laciana y la Montaña Central como fuente estratégica. No habrá tiempo para cumplidos. El negro carbón no acepta disculpas por la humillación del último año. Sale erguido de la mina, seguro de que no merecía tanto desprecio; se sabe necesario para que cada día se obre el milagro de poner en marcha la vida en el mundo libre, el hábito de encender la luz y recrearse. El carbón, que tenía planes acelerados de jubilación, emprende el regreso al futuro con el respaldo del desengaño social sobre aquel mundo de castillos de gas y petrodólar. En León quedan minas para medir la realidad. Lo demás es olvido y desempleo.

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