Diario de León
León

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El amigo indeciso es ahora dios al aparato. Se han pasado 15 meses dando forma a siglas y partidos que dentro de cuatro semanas van a tener que relamer las urnas para tratar de llegar a dos mil votos y un concejal; y aún así, no van a tener ni una silla tapizada para sentarse con vistas a la Plaza de San Marcelo, luego de amenazar con un programa basado en la llave y su eterna vocación de partido fundado para el gobierno. La vocación de gobierno es esencial para tratar de demostrarle al electorado que se tienen mimbres, base y espíritu, hasta cabeza, para entrar en una institución con potestad de gestionar dinero de todos y ser capaces de superar cuatro años sin exhibir el todo terreno en la calle. Al paso que vamos, a la vuelta de dos periodos electorales en León va a haber tantos partidos como votantes. Da igual. La oferta puede llegar al cielo, que la demanda no pasa de la orilla del Bernesga. Hay sitio para tres. Así se ventila la intención de voto en León a un mes de decidir el futuro para los próximos cuatro años. A resultas, el mismo panorama que cuatro años antes. Tanta amenaza con que las escisiones por bipartición creaban monstruos, tanta intriga con que el político maltratado y rebotado se marchaba sólo y que a la vuelta, como Evita Perón, sería millones, tanto canto de cisne con que los descontentos eran pasto del éxito, revelación y foco de la próxima consulta, para verse abocados otra vez a la historia que se repite cada vez que se desempolvan las urnas: en el partido se deambula; fuera del partido hace frío. Y el frío no es bueno ni en León, que convive con frío todo el año. El frío es el olvido. Ya lo verán los escindidos para los que los sondeos sobre intención de voto no son más que una confirmación de que las salidas por la puerta de atrás sólo son aconsejables para el personal de servicio.

Por lo demás, los llamados a ventilar algo el 22 de mayo van a lanzarse por la única especie de seres vivos atractiva en temporada electoral: el amigo indeciso. Aquí en León no sólo ante las urnas. Coincide en este caso por su forma de afrontar la vida; indeciso está de irse de esta tierra o seguir penando el desempleo; de regresar y ponerse a la cola del paro o persistir allá donde le ha llevado la necesidad por el bien de los hijos; indeciso de huir con la familia o esperar a que cambie en tiempo y después de tres, cuatro o cinco décadas, se obre el milagro y haya una mínima oportunidad. Indecisos de votar y a quien votan; indecisos atractivos que, este mes, al menos cuentan.

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