Diario de León
León

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Disfruten del verano, si pueden, y dejen que el calor aplaque los últimos coletazos que produce el ansia de los políticos en busca de una porción de poder, un sueldo de gañote, una esquina aterciopelada. Parece que las elecciones fueron en el Cretácico y aún no está cerrada la fragua donde se esculpen a martillazos las empuñaduras que se usarán contra el compañero del metal.

Los políticos se pelean por un lugar a cubierto; les asiste el instinto, que no es el mismo que la voluntad que mueve a maestros sin escuela a fajarse entre miles por una plaza en la que enseñar y ganarse la vida en una profesión vocacional; entre miles, como jóvenes leoneses que se agolpan cada año a las puertas de las academias policiales para hacerse con uno de los escasos pasajes que se dan para salir del paro. El futuro de ésta y la próxima generación de leoneses está en Úbeda y Baeza que, mientras el ministro no diga lo contrario, es tan digno como ir a ganarse el pan a Buenos Aires.

El futuro de los políticos está en la política. Ya estaba previsto que nadie se apeara, que nadie regresara en el tren de vuelta de la cosa pública. Vacíos los vagones, que incluso admiten ahora billetes de ida. En la Diputación se ha montado una batalla cruenta, fratricida, exagerada para puestos secundarios. Hasta ese punto llega la necesidad para los políticos de una sociedad más necesitada aún. Si no hay plaza para los maestros ni sitio en el andamio, imaginen cómo se cotiza el escaño socialista.

De ahí se puede entender el pulso oficialista contra cañamones, dados en llamarse así por el sector que controla el aparato; cañamones, dicen en alusión a la procedencia del cabeza-visible-portavoz de la rebeldía (Alon-so, Marcelo, alcalde de Matanza de los Oteros, municipio que venera a la virgen de la Cañamona). Cañamones en acepción despectiva, por la semilla del cáñamo, sin saber que por la Cañamona del 93 se fraguó otra salida de filas que puso a Zapatero en la cápsula del tiempo que luego le llevó a Moncloa. Aún se lame Pérez Ruiz de aquella herida. Cañamones lanzados a dinamitar una estructura orgánica, será; nadie se cree que pueda haber tanto fragor por ganar un botín que no supondrá más de 700 euros al mes. ¿O es que no han contado con que la oposición a Carrasco no va a pintar ni sombra en los Guzmanes?

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