Diario de León
León

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Para cuando Paco Álvarez tomó el listín telefónico en la noche del 22-M y llamó a los alcaldes socialistas que ganaron las elecciones —y  les dijo eso de no importa si vas o vienes, lo que queremos es que llegues, Gobierno de España— ya se aventuraba que iba a resultar más fácil que un rico entrara en el reino de los cielos que Zapatero eligiera morar entre los barrios que le llevaron al poder. Desde Eras-norte sentirá mejor el viento que trae la agitación de los socialistas leoneses, en plena perestroika. Ya tendrá constancia de cómo empujan los que quieren entrar y cómo resisten los que se niegan a salir.

Parece de ingenuos pensar que el nuevo inquilino de la raya con Carbajal se iba a quedar entre los muros de Roa de la Vega o de Relojero Losada, o del reconstruido Doctor Fleming mientras puede abrir el ojo cada día del resto de su vida al lado del monte del hospicio, que además ahora va a ser patrimonio del esparcimiento gracias a la gestión de Carrasco y Gutiérrez. Igual que de ingenuos resultó creer que el patrón del PSOE acudió en plena campaña electoral a Cistierna a pedir el voto, a pasear y a degustar solomillo; a comer lazos de San Guillermo en vez de los famosos nicanores de Boñar a la hora del cafelito. A ver si fue a cerrar el círculo de los que van a estar a la diestra de dios padre cuando llegue la hora de ir al paraíso y a apartarlos de los rescoldos de la hoguera de la plaza. Puede que sea de ingenuos creer que entre los indignados socialistas leoneses se hayan dejado retratar quienes a partir de la catarsis vayan a recibir la llave de los bajos del número dos de la calle 19 de Octubre (si es que el ama de  la cerradura no les hizo copia la pasada primavera). Puede ser que no se ganen las oposiciones a pardillos del año si se toman las llamadas de Álvarez a los alcaldes del PSOE como una versión literal de la parábola que mejor interpreta su jefe inmediato en Valladolid, aquella de si el grano no muere y cae en el surco. Puede que la noche electoral, mientras se abanicaba con el listín telefónico, Paco Álvarez ya lo sabía todo. Y el resto es un dejar correr el agua mientras Zapatero sale de La Moncloa entre las voces crecientes que piden a Rajoy que si quiere acertar con la mudanza en Puerta de Hierro eche mano del alcalde de León; que no en vano Gutiérrez va lanzado en deshacer lo que hicieron los socialistas.

¿O es al contrario?

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