Diario de León

LEÓN EN VERSO

Sobran políticos

León

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Seguro que escucharon con el corazón encogido al locutor de la radio argentina que se ciscó en la mamá de los que patearon a River a la serie B; y a los directivos del Millonarios los maldijo con el aviso apocalíptico de que no dormirían tranquilos porque el suyo era dinero afanado. Insomnio de por vida.

Eso es en Argentina. Si se aplicara  la  máxima en León se amontonarían los zombis por la calle; no pegarían ojo; caerían abatidos por la canícula luego de cientos de noches sin dormir. Sería la ruina para el mercado del colchón, de los profetas del viscoelástico. Aquí, en contra de lo que aventura el narrador bonaerense, cuanto más chorizo mejor se duerme. Observen al político con una camisa que vale el sueldo base que estira la cabeza después de saquear la caja de caudales y el ahorro de los abuelos —de los otros, que es lo grave—; cómo se desenvuelve con zapatos de gamuza entre los pies que pisa impunemente; cómo mira por encima del hombro a los hombres que fueron a la urna. Ni rastro de ojeras por no dormir porque le remuerda la conciencia por la pasta que no era suya. La hijuela de la abuela está quemada. No trincaron la catedral porque no hay sitio para esconderla.

Se ofrecen planes con los que recortar todo menos lo que sobra. Ahora los municipios, mañana las diputaciones —ya sabemos que fue el señor de las multas quien le mandó a López calentar al personal con el rollo del dinero malgastado en las provincias—, pasado el obispado. Lo que no entra nunca en fase de liquidación son los políticos, que así pasan a lo somormujo como parte de la solución  sin asumir que son la causa del problema.

Lo de River no es más que una ironía paralela de la decadencia y el mangoneo que se vive en esta tierra; la coincidencia grave con Argentina no está en el fútbol y sí en aquella peste financiera que asoló al capitalismo al inicio del siglo y fulminó a la clase media. Si acaso pongan a remojar las barbas. Cuando menos, duden de los que les anuncian entre corbata, marfil y bemeuve que no va a pasar nada con los dineros. Si conservan la viga en casa dénles cobijo. No vaya a ser que cualquier día un helicóptero saque al inquilino de La Moncloa, futuro vecino de León, como se llevó a Duhalde.

Queda inaugurado este corralito. Lo malo es que la pasta ya no la van a devolver. Y dormirán a pierna suelta.

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