Diario de León

TRIBUNA

Especulación y crisis alimentaria

Publicado por
JOSÉ MARÍA MEDINA REY. DIRECTOR DE PROSALUS Y COORDINADOR DE 'DERECHO A LA ALIMENTACIÓN URGENTE'
León

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Por definición, especular es efectuar operaciones comerciales o financieras, con la esperanza de obtener beneficios basados en las variaciones de los precios o de los cambios. Es decir, quien especula ni produce ni hace uso de la mercancía sino que arriesga su capital invirtiendo en contratos de futuro vinculados a esa mercancía, con el objeto de ganar a partir de la variación de los precios. Y resulta que, entre los componentes de la actual crisis alimentaria, un ingrediente destacado es la volatilidad de los precios. La propia FAO viene haciendo seguimiento de la evolución de los precios desde hace más de dos décadas y ha decidido dedicar a este tema la celebración del Día Mundial de la Alimentación en este año 2011.

Si la especulación financiera tiene una relación directa con las variaciones de precios, y la crisis alimentaria tiene una de sus causas en la volatilidad de los precios de los alimentos, parece bastante claro que hay algún tipo de relación entre crisis alimentaria y especulación financiera. De hecho, Olivier de Schutter, relator especial de Naciones Unidas para el derecho a la alimentación, señala en un informe que las inversiones especulativas son la causa primordial de las subidas de precios de los alimentos. Es difícil seguir las argumentaciones sobre el impacto de la especulación en la crisis alimentaria cuando nos adentramos en conceptos financieros. Pero al menos tengamos presente que en los años previos a la crisis alimentaria que se empezó a manifestar en 2007/2008, se produjo un incremento del volumen de fondos invertidos en operaciones de futuros con materias primas alimentarias; en apenas cinco años ese volumen de inversión se multiplicó por veinte. En los tres últimos meses de 2010, cuando ya afloraba un nuevo brote de la crisis alimentaria, las inversiones sobre materias primas alimentarias se triplicaron respecto a los tres meses anteriores.

La Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo señala que en estos últimos años se ha producido un cambio sustancial en el mercado de productos alimentarios, que se ha transformado en un mercado eminentemente financiero. La FAO señala que, de los contratos de futuros con materias primas alimentarias, solamente el 2 % acaban en un suministro real de las mercancías; el resto, el 98 %, es puramente especulativo. De esta forma, las inversiones especulativas producen una distorsión de los precios —que no se definen en función de factores reales sino de expectativas económicas- produciendo una subida que va mucho más allá de lo que justificaría la economía real.

La expansión de inversiones especulativas en este sector se ha visto favorecida por la inexistencia de regulaciones internacionales obligatorias sobre los mercados de materias primas alimentarias, especialmente en cuanto a las operaciones de futuros, en las que han buscado refugio muchos capitales especulativos tras el estallido de la burbuja inmobiliaria.

Las alteraciones de precios de los alimentos que se producen, entre otras causas, por estos movimientos especulativos y que son la base necesaria para sus expectativas de beneficios, tienen impacto en cientos de millones de personas que habitualmente deben destinar un alto porcentaje de sus ingresos a alimentación –a veces hasta el 80 %- y que, con la subida de precios, ven muy limitadas sus posibilidades de acceso a los alimentos. Algunos de los inversores llaman a esto “efectos colaterales no deseados del mercado”, efectos que se elevan a la cifra de mil millones de hambrientos.

Los alimentos deberían tener un estatus especial, no como una materia prima más, de manera que se pudiera prevenir la especulación y evitar las alteraciones bruscas de precios. La alimentación es un derecho humano reconocido por la Declaración Universal de los Derechos Humanos y por el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, que los Estados deben respetar, proteger y garantizar. Si los Estados permiten que personas o instituciones, a través de actividades especulativas, alteren los precios de las materias primas alimentarias para su beneficio y en perjuicio de mucha gente, están incumpliendo su obligación de proteger este derecho. El sistema de derechos humanos está fallando por la falta de definición clara de las obligaciones nacionales e internacionales relacionadas con el derecho a la alimentación. Si no hay fronteras para los movimientos especulativos, tampoco debería haberlas para la defensa de los derechos humanos.

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