Diario de León

HISTORIASDEL REINO

La serpiente que atacó León

Publicado por
MARGARITA TORRES
León

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Cuando se menciona el nombre maldito de ETA, todavía acuden a mi mente las imágenes del coche destrozado del comandante Cortizo en la Calle Ramón y Cajal, muy cerca del cruce con Renueva. A la misma hora, aquel 22 de diciembre de1995, yo bajaba de la Universidad cuando todo tembló. Recuerdo los gritos, el miedo de las madres que llevaban de sus manos a sus hijos y vieron aquella muestra de la falta de entrañas de la serpiente. Una muchacha, de nombre Beatriz, cuyo sólo delito era portar la sangre de un militar, hubo de vivir uno de los episodios más horrorosos por los que puede atravesar un hijo: la muerte de su padre fruto de la sinrazón que bullía en la cabeza del bastardo que colocó aquella bomba. El delito de Cortizo se resumía en una sencilla frase: era un militar español. Quien le robó su futuro no quería ser español y, ni de lejos, jamás hubiera podido formar parte de un ejército, como el nuestro, de hombres y mujeres honorables y que sirven a la patria, a los ciudadanos, sin esperar recompensa.

Aquella imagen, aquel día, 16 años después, sigue presente en la retina. Como también los insultos, el maltrato, las lágrimas, causadas por la injusticia y el odio, de una buena amiga mía, de nombre Eva, esposa de uno de los escritores más famosos de España y con mayor proyección internacional. Hija de oficial, vivió su infancia en el País Vasco durante el momento más duro de aquel infierno. No pudo hacer la comunión acompañada por las demás niñas, cuya amistad evitaban por miedo al qué dirán, y rememora con extraordinario dolor cada mañana que su padre partía de casa y, hasta que regresaba por la noche, no sabía si volvería a verle vivo o llegaría a su hogar la misma noticia que recibieron algunos de sus amigos, hijos de militares y guardias civiles. No me sorprendió que, por un momento, mientras me lo contaba, apretase los puños con rabia. Hace falta una inmensa grandeza de alma para superar el dolor en pro del bienestar de una sociedad, la española, no siempre justa.

A muchos nos han reconciliado las muestras de hombría de bien de muchos miles de vascos y vascas, de la mayoría de una sociedad atenazada por el miedo a hablar, a disentir. Recuerdo, también, la emoción que sentí cuando algunos erztaintzas se arrancaron los pasamontañas y mostraron sus rostros a estos canallas en un gesto que recuperó, de un plumazo, la heroicidad de un pueblo legendario por su coraje. Corría por España la noticia de la ejecución de Miguel Ángel Blanco.

Llega en buena hora la noticia de ETA del cese definitivo de su violencia. Resta camino y no será fácil, pero el ejemplo de aquellos militares, guardias civiles, ertzaintzas y españoles de a pie que dieron sus vidas por nosotros nos ayudará a ello. Pero ya no habrá vuelta atrás para la serpiente…

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