Diario de León
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Lo de la ordenación del territorio lleva un tufillo a planes quinquenales de la URSS que no puede con él. Vuelve mamá Junta a la carga con un asunto que en el fondo es como un código de la circulación en el que nos van a terminar por decir dónde se puede poner una fábrica de componentes eólicos que dé empleo a 5.000 licenciados hambrientos, dónde una factoría de quesitos respetuosa con el medio ambiente o dónde meter los pies a refrescar en verano. Ahora lo van a poner en el papel; en dos, tres o cuatro años a lo sumo, que le va la palabra en ello a los padres de la criatura. Un pequeñín que balbucea y dice gu-gú, pero que cuando hable será para poner firme a un ejército.

Antes de que la ordenación territorial nos eche el aliento en el cogote habrán concluido los ensayos clínicos del laboratorio del Pisuerga que se aplican a campo abierto en zonas periféricas de la periferia, y que comienzan a dar pistas de cómo va a resultar el invento.

Cuando el parlamento proclame las normas subsidiarias de la ordenación del territorio, que no se sabe aún si contemplará discriminación para el cachorro de los humanos como para el pollito de la avutarda o el benjamín del oso pardo, no serán el verano y el invierno los únicos condicionantes que agrupen cartillas del médico en el centro de salud de La Palomera, de La Pola de Gordón o en el consultorio de Matanza de los Oteros. Ni la iniciativa particular la que decida si conviene acabar con mil años de visión limitada y colocar una serrería en Lugán y así sacar provecho de las cortas de pinos que Porma arriba y valles adyacentes se plantaron hace cuarenta años como quien siembra el futuro en forma de conífera.

La ordenación del territorio enterró las aventuras políticas del PSOE —las que llevaron el patronazgo de Quijano, el pescador Jaime González, o el hábil comerciante Villalba; qué decir de López— ahogadas por el compartimento estanco de las comarcas, que viene a ser lo mismo que decir a la gente qué tiene que ser y dónde lo debe ser.

El PP, hasta ahora, se ha lucrado en las urnas de esa torpeza de los socialistas de querer reformar la geografía y el paisaje humano para hacer creer que las costuras no son de ayer, que este invento territorial ya estaba así cuando Eva tomó la manzana y dio el mordisco. La re-ordenación del territorio es un invento soviético.

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