Diario de León
León

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Va a hacer falta un ente omnívoro como el de la sociedad de cantantes del primo del Dioni para controlar a los tábanos que se han puesto a rebufo del emporio que han armado veinte emprendedores leoneses, patrones de uno de los embajadores culinarios de la provincia. Eso de la cecina de León con zeta es un atrevimiento, un ataque impune al derecho de autor y al cuidado que las empresas agroalimentarias de esta tierra, a corto y medio plazo la única solución económica entre tanto erial, han puesto en moldear una marca y convencer al consumidor; en ganar paladares.

Como se birla de la red una canción de los Red Hot Chili Peppers se puede atacar en un puesto de mercado veraniego un producto leonés envuelto en billete de cuatro pesetas con cara de duro. Lo último; se ofrece cecina de chivo de Vegarcervera bajo el anagrama de un tierno cabritillo que parece más una foto tamaño carné de aquella Blanquita de Pedro y Heidi que el botero barbudo que eligieron como imagen los productores del Torío.

No se queda ahí el descaro de los estafadores. El corazón amarillo de Tierra de Sabor, que puede ser el mejor acierto promocional en apoyo del tejido que transforma alimentos en la comunidad, ya sale algo encogido en algunos productos de barra de mercadillo, con la té torcida y la segunda erre enrevesada. No hay redadas sobre esta plaga delictiva, que se extiende aceitosa; no hay redadas sobre la cecina de León que no es de León, ni hay celo entre los funcionarios para atacar el plagio de los quesos azules que tienen de azul el reflejo del cielo, ni se aplasta con una apisonadora con foto para la posteridad la impostura de la carne curada de vaya a saber qué ejemplar de lepórido que se ofrece como chivina del Torío.

No se enfrenta el problema de los rectiles boquiabiertos y la cola lemur en los sueter veraniegos como el sacrilegio sobre el manjar que agrada paladares y sustenta la actividad de una veintena de productores leoneses, que a su vez alimenta a trescientas familias y aporta al producto interior de la provincia once millones de euros.

Se mancilla sin castigo el sello de la cecina leonesa en una época en la que la globalización se ha adueñado de la oferta alimenticia y se corre el riesgo de encontrar en la misma olla la hebra de un búfalo de Ucrania que la quesina a granel que se vende por queso. La cecina con zeta salta a la vista.

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